«Bajé el primer tramo de escaleras muy rápido, apenas tocaba los escalones, volaba. Después frené la carrera cuando quedaban pocos peldaños que descender y me erguÃ, respiré profundamente, me coloqué la cinturilla del vestido en su sitio, recogà los mechones de pelo que lucÃan sueltos y tapaban mi rostro y que tanto odiaba tÃa Rose, y comencé a descender lentamente hasta llegar al hall, donde todos charlaban animadamente. Al notar mi presencia tÃa Rose endureció su rostro y clavó en mà su mirada. ?Muy buenas tardes ?pronuncié haciendo una ligera reverencia. ?Es preciosa, nadie nos dijo que gozase de tal belleza. ?La voz de una mujer que suavemente levantaba mi rostro con su mano me sorprendió. De nuevo estaban tratándome como al ganado. Tan solo les faltó abrirme la boca para ver mi mordida. ?Ya dije que las hijas de mi difunta hermana eran todas y cada una de ellas dignas esposas de nobles ?le respondió Rose. Más de cinco cabezas, todas mujeres se acercaron hasta mÃ, miraban cada resquicio de mi cuerpo, si hubieran tenido valor para ello estoy segura de que me hubiesen pedido que me despojara de mis ropas. De repente las cabezas fueron abriendo espacio entre ellas, al parecer ya me habÃan inspeccionado al detalle. Fue en ese preciso momento cuando un rostro apareció frente al mÃo. Y un escalofrÃo me recorrió en ese instante la espalda hasta llegar a la nuca.»