Janey Endicott nada vio de Arizona hasta entrada la mañana. El tren cruzó el lÃmite del estado luego di anochecido, pero Nuevo Méjico con sus llanuras lomas arrugadas y oscuras subrayando aquellos amplios horizontes, habÃa suscitado en ella sensaciones hasta entonces desconocidas. Su padre le habÃa despertado dando con los nudillos en la puerta de su habitación a una hora desusada por demás.
Cuando su padre le propuso que lo acompañara durante un breve viaje que debÃa emprender por él Oeste, habÃa accedido por complacerle, pero ahora se decÃa que comenzaba a interesarle. No estaba segura de cómo podÃa describir aquella sensación, pero era indudable, estaba segura, que la causarÃa una Impresión inolvidable.