Leer a Aurelio Arturo es disfrutar del banquete infinito. Unos cuantos poemas, pero lalectura no se acaba jamás. Siempre es nuevo y siempre nos revela otras cosas. Cada vezque Arturo pone una palabra junto a otra ocurre un hecho no sólo en el lector sino en elmundo: se abren regiones, posibilidades desconocidas para la acción y para la conciencia.
Otro poeta nos dirÃa que el canto del pájaro tiene un sonido lÃquido, Arturo nos dice: Unpájaro de aire y en su garganta un agua pura. Un ensayista nos hablarÃa de la extrañacontradicción de que la naturaleza, lo más antiguo, nos parece cada dÃa lo más reciente.
Arturo condensa asà el asombro: Hace siglos la luz es siempre nueva. Otro nos dirÃa quehay una suave tristeza de cosas perdidas en todo atardecer, Arturo escribe: Caen ya lasprimeras lágrimas de la noche. Y voluntariamente hablo de uno de sus poemas casimarginales, que no formaba parte original del rÃo espléndido que es su libro “Morada alsur”, donde están algunos de los poemas más bellos de la lengua española.
William Ospina