Lon Emmerich parecÃa la persona idónea para financiar el sabroso golpe. TenÃa excelentes contactos con los medios oficiales, habÃa adquirido una fortuna y mantenÃa un raro equilibrio sobre el filo de la legalidad. El plan era perfecto; los hombres, los mejores; el botÃn, más de medio millón de dólares. Pero Lon Emmerich tenÃa otros proyectos porque habÃa agotado su dinero con la generosa ayuda de la pelirroja que le tenÃa sorbido el seso, una quinceañera con todos los caprichos de una niña, todos los encantos de una mujer y una ambigua y embriagadora mezcla de inocencia y perversidad.