Durante siglos las tumbas faraónicas han llevado el estigma de una maldición: quien perturbe el sueño de los reyes morirá. Desde niña Judith acarició un sueño: casarse con Tybalt, su vecino y brillante arqueólogo, y ayudarlo en un gran descubrimiento cientÃfico. De modo que su felicidad parecÃa completa cuando Tybalt le propuso matrimonio y partir a Egipto, integrando una expedición arqueológica. Los problemas comenzaron desde la llegada a Egipto.