AVenecia, los visitantes van a disÂfrutar de sus maravillas históricas y susencantos naturales y humanos, y retratarse con las palomas en la Plaza de San
Marcos. Y para todos es ésa, en presencia y recuerdo, una ciudad de ensueño.
Pero, para el detective inglés Edward Mercer, fué sólo una ciudad de terrorconstante. Mercer llegó allà comisionado por un rico maÂtrimonionorteamericano, para desÂcubrir el paradero del joven guerriÂllero italiano
Gian Uccello, que habÃa salvado heroicamente de los alemanes a un hijo deaquél. Pero, desde que puso planta en Venecia, una telaraña de terror crecientefué envolviendo a Mercer, a punto de estrangularlo. Fué golpeado brutalmente,secuestrado, sometido a torturas, y cada luz y cada sombra de Venecia, loamenazaban de muerte, igual los tipos de los bajos fondos, que la propiapolicÃa y autoÂridades, y hasta la bella muchacha de quien se enamoró, soñandovivir con ella el resto de sus dÃas, también resultó para él casi un enemigomorÂtal. Encontró la tumba de Gian UcceÂllo, pero este heroico y genial crimiÂnalnato, habÃa resucitado, y desde las sombras más bajas y desde las cumbres másaltas de la autoridad y la sociedad, entabló batalla con MerÂcer para liquidarlo.
Mercer huye oculÂto en un ataúd, pero cae en manos de la policÃa, acusado delasesinato del hombre más amado de Italia. Las masas enfurecidas piden su cabezay cuando está a punto de perderla, entable la batalla final con el resuciÂtado
Gian Uccello.