Del reloj de la estación de San Francisco faltaban sólo cinco minutos para la salida del tren. La pareja llegó con el tiempo justo. Ella vestÃa un conjunto juvenil de falda corta, que le sentaba perfectamente gracias a las bonitas piernas que podÃa lucir. Una ajustada blusa completaba su sencilla vestimenta. En la mano un pequeño bolso de viaje que al decir de Dan, era una cómoda en miniatura, con todas las ventajas de tan arcaico mueble y sin ninguno de sus inconvenientes, porque en aquel bolso habÃa de todo. Dan era el hombre que la acompañaba. Joven con buena lÃnea, vestÃa un traje claro deportivo de forma impecable. Llevaba una maleta negra que parecÃa pesar bastante.