Tres personas a veces pueden ser una multitud, sobre todo cuando uno tiene una novia como Samantha Gilles. Por eso me excusé ante mi amigo el doctor Harwey declinando su invitación: —Tengo algo que hacer. Nos veremos cualquier dÃa de éstos. —Siéntate con nosotros y toma unas copas —insistió Harwey. Miré a la chica y envidié sinceramente a mi amigo. Esto hubiese sucedido aun sin estar reñido con Julia, porque la belleza siempre es la belleza y Samantha podÃa simbolizarla perfectamente. Ella insistió: —Por favor, señor Barker, siénteseÂ…