En otro punto de la Arena, las cosas no iban bien para los Temples: una unidad de Engendros montados en motocicletas habÃa cercado un camión vampiro como un grupo de tiburones a un rorcual, y trataban de destrozar su sistema impulsor. En los espolones delanteros del camión se habÃa enganchado una de las motos: su conductor aullaba al ser devorado a mordiscos por el hambriento motor del vehÃculo. Mientras los dientes machacaban la carne, succionando sus jugos vitales para procesarlos y fabricar gasolina en sus entrañas mecánicas, la moto era diseccionada en piezas por las potentes mandÃbulas.