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El consentimiento de Vanessa Springora

de Vanessa Springora - Género: Memorias
libro gratis El consentimiento

Sinopsis

Con trece años, Vanessa Springora conoce a Gabriel Matzneff, un apasionado escritor treinta y seis años mayor que ella, tras cuyo prestigio y carisma se esconde un depredador. Después de un meticuloso cortejo, la adolescente se entrega a él en cuerpo y alma, cegada por el amor e ignorante de que sus relaciones con menores llevan años nutriendo su producción literaria. Más de treinta años después de los hechos, Springora narra de forma lúcida y fulgurante esta historia de amor y perversión, y la ambigüedad de su propio consentimiento. Su maravillosa novela ha hecho, según el diario Le Monde, «arder Saint-Germain-des
Prés»: el caso Matzneff cuestiona a la intelectualidad francesa y a una sociedad obnubilada por el talento y la celebridad.


«Escribir suponía volver a ser el sujeto de mi propia historia. Una historia que me habían confiscado hacía demasiado tiempo.» Si Dolores Haze, Lolita, hubiese escrito un libro, sería este. Qué difuso parece socialmente qué es el consentimiento, pero qué sencillo es de entender. Una menor de edad no tiene la capacidad para consentir una relación s.xual con un hombre adulto. ¿Esto qué significa? Que una relación de abuso de poder ejercida por un adulto contra una menor es siempre una agresión s.xual. Por lo tanto, nunca habrá una relación s.xual con consentimiento de la menor, ya que si hay una menor en la ecuación no se puede hablar de una relación s.xual, hay que hablar siempre de una v.olación. Una menor, que dice dar su consentimiento para tener s.xo con un hombre de cincuenta años, está siendo engañada por ese adulto que ejerce una relación de poder sobre ella, ya sea con amenazas, engaños o mentiras. Esa menor puede entender que lo que el adulto le ofrece es amor, ese amor romántico de película, sin saber qué es el s.xo, ni saber qué está consintiendo que hagan con su cuerpo. En la actualidad, es complejo hacer entender a la sociedad que una mujer adulta, cuando dice que no, está rechazando una relación s.xual, así como también resulta complicado que esta misma sociedad entienda que si una mujer adulta no dice nada, y se deja hacer porque está intimidada, es una agresión s.xual. Por lo tanto; hay que hacer hincapié en que cuando una menor dice sí no es válido. Un hombre adulto no debe tener bajo ningún concepto s.xo con una menor, ya que cualquier relación s.xual con una menor es una v.olación. No hay vuelta de hoja, no hay otra forma de entenderlo.Vanessa Springora, cuenta en estas memorias, la relación de poder que mantuvo con Gabriel Matzneff, un famoso escritor francés que tenía cincuenta años cuando ella acababa de cumplir los catorce. Una relación que fue consentida por todos los adultos cercanos a Vanessa, incluida su madre, y todos los adultos cercanos a Gabriel, que veían en ello una hazaña (que él llevaba a cabo a menudo). En el auge de la revolución s.xual de los 70, la sociedad francesa veía con buenos ojos que cada persona, sin importar su edad, fuese dueña de su propio cuerpo; de esta forma los pedófilos y pederastas campaban a sus anchas sin tener que esconderse, alabados por el entorno. Cuenta Vanessa, que Gabriel intervino en un programa de la televisión nacional para presentar uno de sus libros, y el presentador hizo una serie de bromas pedófilas a Gabriel arrancando una carcajada en el público. Bromas sobre sus conquistas púberes y sus viajes s.xuales a Manila. Cuenta también cómo su propia madre vio con orgullo que un escritor famoso quisiera mantener una relación con su hija. Y atónitas, leemos, cómo un ginecólogo se ofreció a cortarle el himen con un bisturí para que pudiera mantener relaciones s.xuales vag.nales. Los adultos cómplices, es decir, aquellos que tienen el conocimiento de lo que está pasando, o sospechan de él, no se quedaron en los 70, en las siguientes décadas, quizá con mayor decoro, han seguido existiendo. Sin cómplices los perpetradores de estos abusos no podrían llevar a cabo sus crímenes.Os recomiendo de forma enfática que leáis a Vanessa. En este libro narra desde el inicio la relación de poder que mantuvo con Gabriel, sin avergonzarse ni sonrojarse, porque afortunadamente sabe que cualquier deseo, carta, o cosa que hiciera a los catorce años con ese señor de cincuenta, no es su responsabilidad, no es su culpa. El foco debe estar siempre en los agresores, no en las personas que salen perjudicadas. Basta ya de cuestionar a las supervivientes de v.olaciones, señoras, hay que hacer que la sociedad mire y juzgue a los agresores y que entre nosotras no haya jamás ni el más mínimo reproche o atisbo de duda.
Con trece años, Vanessa Springora conoce a Gabriel Matzneff, un apasionado escritor treinta y seis años mayor que ella, tras cuyo prestigio y carisma se esconde un depredador. Después de un meticuloso cortejo, la adolescente se entrega a él en cuerpo y alma, cegada por el amor e ignorante de que sus relaciones con menores llevan años nutriendo su producción literaria. Más de treinta años después de los hechos, Springora narra de forma lúcida y fulgurante esta historia de amor y perversión, y la ambigüedad de su propio consentimiento. Su maravillosa novela ha hecho, según el diario le Monde, «arder Saint-Germain-desPrés»: el caso Matzneff cuestiona a la intelectualidad francesa y a una sociedad obnubilada por el talento y la celebridad.El sentimiento de asco y las ganas de romper cosas me ha acompañado durante toda esta lectura, y es curioso, porque Vanessa no aprovecha las circunstancias para utilizar un estilo especialmente impactante, en realidad es bastante aséptica limitándose a narrar sus recuerdos y emociones en base a unos sucesos impactantes de por sí.También la rabia por la impunidad de la que los pedófilos y depredadores sexuales disfrutan en más ocasiones de las que imaginamos, y la inmensa tristeza de pensar en las personas que callan sus tempranas (o no tanto) experiencias, sus heridas no curadas, sus sentimientos de culpa, etc. han estado conmigo durante estas doscientas páginas que he devorado en horas. Estamos ante una novela que atrapa al mismo tiempo que horroriza.La historia de Vanessa Springora se lee con el alma encogida, pero no puedes dejarla a un lado, no debemos dejarla a un lado. Esta historia de Vanessa -y de otras Vanessas- necesita ser contada. Necesitamos ser golpeados por ellas e impedir que sigan produciendose. No debemos ser cómplices con nuestro silencio (como gran parte de su propio entorno y del pederasta Gabriel Matzneff) de actos tan atroces, porque el silencio de la sociedad alienta al delincuente a mantener y perpetuar sus delitos.Cuando hay una relación en la que claramente uno de los mienbros posee algún tipo de poder sobre el otro -como es el caso de relaciones sexuales entre una persona adulta y otra cuya edad no alcanza la mayoría de edad sexual (el debate sobre cuál debería ser esa edad ya es otra cuestión)- el consentimiento es impensable e imposible. Una no puede tomar ciertas decisiones si no es plenamente consciente de a quién ni a qué se está exponiendo. La responsabilidad de un abuso jamás debería recaer sobre la víctima, pero cuando -como en este caso- es un hombre de cincuenta años el que se interesa y seduce a niñas y niños de catorce años (e incluso menores), ejerciendo sobre ellos un control absoluto hasta el punto de alejarlos de sus familias y amigas para poder controlar todos sus actos e incluso pensamientos, nadie debería ver ahí ni un resquicio de consentimiento, dadie debería dudar ni un segundo del abuso que se está dando, nadie debería quedarse sin hacer nada y menos aún justificarlo ni aplaudirlo. Recomiendo muchísimo su lectura porque, aunque dura, es necesaria.
«Escribir suponía volver a ser el sujeto de mi propia historia. Una historia que me habían confiscado hacía demasiado tiempo.»Cuando tenía 13 años, Vanessa Springora empezó una relación con el escritor Gabriel Matzneff, un hombre treinta y seis años mayor que ella. Hoy, Vanessa Springora describe en primera persona esa relación, y reflexiona sobre el concepto del consentimiento.Hoy en día, pensar en una relación entre una niña de 13 años y un hombre de 50 años da pavor. Porque sí, porque moral y éticamente hay algo que no está bien. Una persona que empieza su adolescencia, su desarrollo y su madurez, manteniendo una relación no solo amorosa sino también sexual con un hombre que le triplica la edad? Es prácticamente inaceptable.Pero cuando la autora comenzó esta relación, fue todo lo contrario. G, como ella le llama en su libro, llevaba a sus espaldas una larga lista de relaciones similares, y en sus novelas no solo narraba hechos igual de espeluznantes, sino que se jactaba del placer que le producía mantener una relación con niños de entre 10 y 15 años. Pero claro, una niña adolescente, deslumbrada por un hombre adulto, escritor, un bohemio? ¿cómo no caer rendida ante ese amor que, en principio, parecía platónico?En el relato de la autora no hay rencor ni resentimiento: Springora hace una reflexión y un recorrido por cómo surgió esa relación, cómo se desarrolló, como la vivió ella y como la vivió su entorno. En estas páginas, en pleno año 2021, no deja de sorprender el hecho de que fuera de público conocimiento la relación entre Vanessa y Mantzeff, y que al contrario de lo que ocurriría hoy en día, era un relación aceptada.El consentimiento del que Vanessa habla no es el propio, puesto que, con 13 años, falta madurez y consciencia, falta experiencia, falta recorrido. Pero es el consentimiento por parte del entorno, de la sociedad y del mundo, el que ella critica y pone en el punto de mira.
Un padre ausente que ha dejado un vacío insondable en mi vida. Una gran afición por la lectura. Cierta precocidad sexual. Y sobre todo, un enorme deseo de que me miren. Ahora ya se cumplen todas las condicionesY aquí empieza una de las historias más impactantes que he leído últimamente, real, dura y triste, una lectura que considero si no obligatoria, si necesaria.Vanessa Springora nos invita a que conozcamos la relación que mantuvo a los 14 años con Gabriel Matzneff, escritor de 50 que cuenta en sus libros los encuentros sexuales que mantiene con adolescentes. Alrededor de Vanessa una familia totalmente disfuncional, una madre que consiente la relación y hasta lamenta el día que se acaba, y un padre ausente que aparentemente se indigna al saberlo y amenaza con denunciarlo pero nunca lo hace, sólo desaparece como siempre. El entorno de la familia también hace la vista gorda, empezando por el colegio, vecinos...y terminando por los médicos y la policía. Mientras alrededor de Gabriel, la élite intelectual francesa, aplaude sus obras acerca de las relaciones que mantiene con menores.¿Cómo admitir que han abusado de tí cuando has dado tu consentimiento?

Comentarios de lectores del libro El consentimiento

En casos con historias similares me pregunto ¿y dónde estaban los padres? En este caso las acciones de los padres son terriblemente asustantes e insólitas.

Autor del comentario: ACQUA
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El libro está bien escrito y se lee fácil. Es una historia bastante sórdida. No consigo entender la actitud ni de la madre ni del padre, que se desentienden del problema. Por lo demás, es un libro bastante normalito.

Autor del comentario: SORGI
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Me ha parecido un libro muy crudo en el que se ve perfectamente cual puede ser el punto de vista de un menor víctima de estas situaciones. En cuanto a la aptitud de la madre, me parece totalmente aberrante.

Autor del comentario: RAQUELRG75
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Novela sorprendente... Que el autor de los abusos aún siga vivo y en la calle, en la Francia del siglo XXI, me parece increíble. Y que se le siga premiando por su obra... demoledor. Pero el libro es muy recomendable. Crudo, directo y corto.

Autor del comentario: PEIO72
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