Introduje la llave en la cerradura de la portezuela. La posición de la luz permitÃa que la ventanilla hiciera las veces de un pálido espejo y, mientras cerraba el coche, me vi reflejado en ellaÂ… Fue la última vez que me contemplé vivo. Inesperadamente el cristal de la portezuela estalló ante mis ojos hecho añicos y oà un disparoÂ…
Asà comienza su relato Sebastián Casares, en el momento preciso en que termina su vida terrenal. Una idea obsesiona su espÃritu: ¿Quién le ha disparado?
Y en ese paso hacia el más allá, su vida entera se presenta ante él «de golpe completa y estática…».
Sebastián escribirá desde su purgatorio, que será regresar a la tierra en espÃritu y vagar entre los hombres hasta saber quién ha sido su asesino.
Verá entonces muy claro el mal que hizo en su vida, el bien que dejó de hacer, lo que le provocará inmenso sufrimiento.
Estará junto a las personas que amó, a sus amigos, a sus colaboradores, y verá de cerca el dolor sin poder remediarlo.