Hugo apareció sin avisar, bueno, sin avisar no, que era una fiesta de
exalumnos de mi antiguo colegio. Lo que quiero decir es que no esperaba
volver a verlo. Nunca. Y allí estaba él, acercándose hacia mí acompañado
de mi mejor amiga, mirándome con esos ojos que me atravesaban y la
mejor sonrisa que nunca he visto. El hilo que me conectaba a él de
pequeña apareció de nuevo sin mucho esfuerzo supongo que siempre estuvo
ahí. Y luego vino el baile, el paseo hasta mi casa, algunas
confidencias y un: «nos veremos por el pueblo», que se convirtió en
mucho más que eso. Solo había un problema: mi mundo no estaba preparado
para su llegada, o mejor dicho, yo no estaba preparada para lo que se me
venía encima.