Darme cuenta de que seguÃa colada por Jax fue un mal trago. Solo habÃa formado parte de mi vida cinco semanas, hacÃa dos años. Pero ahora habÃa vuelto. Se habÃa entrometido en un acuerdo de negocios que me habÃa costado mucho conseguir. Y, Dios mÃo, estaba guapÃsimo. Sus ojos eran de un marrón tan oscuro que parecÃan casi negros. Rodeados por densas pestañas, eran de una intensidad implacable. ¿De veras me habÃan parecido alguna vez dulces y tiernos? Jackson Rutledge no tenÃa nada de tierno. Era un hombre experimentado y cruel, hecho de una pasta muy dura. En ese momento comprendà cuánto deseaba desvelar el misterio de Jax. Tanto que no me importaba lo que fuera a costarme.