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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich

de Svetlana Aleksiévich - Género: Historia
libro gratis Voces de Chernóbil

Sinopsis

Chernóbil, 1986. «Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto». Esto fue lo último que un joven bombero dijo a su esposa antes de acudir al lugar de la explosión. No regresó. Y en cierto modo, ya no volvió a verle, pues en el hospital su marido dejó de ser su marido. Todavía hoy ella se pregunta si su historia trata sobre el amor o la muerte. Voces de Chernóbil está planteado como si fuera una tragedia griega, con coros y unos héroes marcados por un destino fatal, cuyas voces fueron silenciadas durante muchos años por una polis representada aquí por la antigua URSS. Pero, a diferencia de una tragedia griega, no hubo posibilidad de catarsis.


Cuando hablamos del pasado o del futuro introducimos en estas palabras nuestra concepción del tiempo, pero Chernóbil es ante todo una catástrofe del tiempo. Los radionúclidos diseminados por nuestra Tierra vivirán cincuenta, cien, doscientos mil años. Desde el punto de vista de la vida humana, son eternos.He estado dándole vueltas a cómo escribir esta reseña y no encuentro las palabras exactas. Siento que me quedaría corta para describir la conmoción que causan los testimonios de la gente que vivió la tragedia de Chernóbil. Las experiencias que recoge Svetlana Alexievich son brutales y lo dejan a uno con un infinito sentimiento de tristeza, de impotencia, de coraje y de dolor. No he conocido a ninguna de las personas cuyas voces que nutren la crónica de la autora y, sin embargo, es imposible no ser movido por su experiencia que no es más que una suma de pérdidas -de seres queridos, de sus hogares y de su tierra. He llorado con un par de testimonios, porque el sufrimiento es indescriptible ante la pérdida del ser amado -esposos, hijos, familia. Un día los hombres salieron a trabajar y sí regresaron -para iniciar una agonía que en tres meses los borró de la tierra; o un hombre regresó de su trabajo y le regaló a su hijo pequeño su gorra y tres años después tenía un tumor en el cerebro. He llorado también por la impotencia ante un régimen que, como muchos otros en el mundo, se considera todopoderoso, el único con acceso a la verdad. A reserva de las causas o errores humanos que hayan generado la explosión en el reactor de Chernóbil, quizá lo más grave fue la reacción de las autoridades de la ex Unión Soviética: negar todo, culpar a Occidente de un sabotaje, enviar a gente inocente cómo carne de cañón para contener la situación. Realmente no sé si se hubiera podido hacer de otro modo, pero lo frustrante fue el silencio. El no informar a la población del peligro porque esto no fue otra cosa más que negar cualquier responsabilidad. Este libro es dolor puro y me parece que, a diferencia del otro libro de Svetlana que leí hace unos meses La Guerra no tiene rostro de mujer, ofrece muy poca esperanza. Si pensamos en el daño que causó la explosión y, retomando las palabras de la cita del inicio, pasará una eternidad antes que todos los contaminantes que se liberaron desaparezcan de la tierra. Miles de años que una vida humana no abarca. Eso hace pensar -a treinta años de la tragedia, ¿hemos visto realmente cuáles serán las consecuencias del accidente? Asimismo, a diferencia de las guerras, que no dejan de ser inhumanas y crueles, muchas veces estas sí concluyen o la gente abandona sus países. Pero ante un desastre nuclear, ¿a dónde se huye? ¿Quién garantiza que la tierra tendrá la capacidad de limpiarse cuando ha sido tan cruelmente atacada? No tenemos todo el conocimiento y quedamos ante el horror de la incertidumbre. También me resultó impresionante el entender el amor a la tierra. Quizá uno da por sentado muchas cosas -su ciudad, su casa, el entorno, y hasta en ocasiones, puede minimizarlo, particularmente aquellos que hemos siempre crecido o vivido en ciudades. Pero aquellas comunidades que viven en localidades pequeñas, rodeados de naturaleza, tienen una relación muy distinta con la tierra; una relación de respeto y cuidado que supera nuestros conceptos nuevos de sustentabilidad. La tierra es vida, es historia, es herencia; y de pronto miles de personas se vieron arrancados de ella. Es muy fácil pensar ante el peligro, sin duda huiría dejando todo. Pero ¿es esto cierto? Tan solo de pensarlo, me estremezco. No se trata solo de un apego material: nuestra casa, pertenencias, por pocas que sean, es algo que hemos construido. Y en caso de comunidades rurales, es algo que son conscientes que la tierra les ha dado. Este libro también invita a pensar profundamente nuestra relación con la naturaleza, creo que mejor que cualquier libro de marcos ambientales y buenas prácticas. Hubo un testimonio que en particular me dejó helada -un apicultor en la zona, que, a la mañana siguiente después del desastre, salió a trabajar. Todo parecía igual, el sol brillaba, era un día como cualquier otro. de pronto se dio cuenta que las abejas habían abandonado sus colmenas y el silencio lo impactó. Los animales, más sabios por su instinto de supervivencia, habían huido. Damos tanto por sentado que pocas veces quizá reflexionamos sobre la importancia que cada hormiga, cada hierba, cada ave tiene en el ecosistema que nos permite estar donde estamos. Con todo y la desesperanza, creo que este libro debería estar al alcance de todos, para que no olvidemos la fragilidad de nuestra condición humana y sobre todo, la importancia de la empatía hacia los demás, pues la humanidad no es inmune ante desastres cómo éste y más considerando que fueron resultado de las acciones que tomamos sobre nuestro entorno y la naturaleza.
El 26 de abril de 1986 la vida de muchas personas el número total si fue calculado fue un completo secreto cambió por completo, la historia recordará por siempre a Bielorrusia como el lugar donde nacen mutantes y los niños mueren antes que los adultos.Si alguien quiere saber qué paso, cómo, quién y por qué; este no es el libro que debe leer. En este libro Svetlana Alexievich ha compilado las historias de las personas del común que han vivido esta tragedia de primera mano, como sus esposos fueron a apagar el incendio, ellos mismos hicieron parte de los equipos de liquidadores o como fueron obligados a abandonar sus casas con la promesa de volver. Este es sobretodo, un libro de gente real.Cada monólogo cuenta la historia de una persona, de lo que pasó y como vivió todo este proceso. Hay monólogos de profesores, niños, padres, abuelos, físicos, soldados; todos ellos han vivido desde todos los puntos de vista imaginables este suceso que cambió sus vidas, que ayudó también en la disolución de la URSS y que sembró un pánico colectivo, que todavía se conserva; sobre la energía nuclear como una fuente de energía eléctrica.Si bien todos los monólogos son de personas diferentes, todos comparten una cosa en común: todas fueron engañadas por su gobierno sobre el verdadero alcance del accidente en la central nuclear a costa de mantener la imagen de la Unión Soviética intacta, una barbaridad por completo y que hoy todavía no se logra evidenciar de forma completa los alcances del suceso.Un libro que en todas sus páginas destila una resiliencia enorme de parte de todos los que fueron entrevistados para completar este trabajo, que intenta poner en el mapa el lugar real de los sucesos y que señala a los verdaderos culpables del asunto: un gobierno incompetente que estaba más pendiente de su imagen cada vez menos creíble y lleno de gente incompetente en cargos para los cuales se necesitaba una preparación determinada; algo que hoy día sigue vigente en nuestros países y que al parecer, no desaparecerá pronto.Mientra lo leía fue inevitable pensar en si la Ciencia tenía en parte la culpa de lo pasado con toda esta gente; pero de forma tajante debo decir que rotundamente NO, que toda la culpa de lo pasado allí responde a decisiones tomadas por humanos que no entendían la responsabilidad que tenían entre sus manos ni estaban preparados para tomar dichas decisiones. de lo que sí estoy completamente seguro es que la historia hubiera sido muy diferente si justamente estas personas hubieras escuchado a tantos científicos que advertían de los peligros y cuidados que se debían de tener en la zona afectada por el accidente; una lección enorme sobre la Ciencia y su imposibilidad menos mal de servir a otras construcciones de la humanidad como la política.Un libro lleno de humanidad, de pasajes memorables que relatan de primera mano lo que es sentir como la vida te cambia en un abrir y cerrar de ojos. Un libro que es también catarsis para los que jamás pudieron volver a casa, que se han sentido extraños andando una tierra que no es suya mientras cargan en la espalda la etiqueta de Chernóbil. Un libro que es memoria de los hombres, mujeres y niños que dieron su vida, mientras su gobierno en la comodidad de la oficina tomando vodka decía: No pasa nada.El tema de Chernóbil ha cobrado un nuevo interés por la serie que sacó HBO este año, y fue justo por esa serie que llegué al libro; ojalá este interés por el tema no solo sea de manera morbosa por parte de la gente que paga recorridos por la zona de radiación para tomarse fotos y ver una ciudad que solo es habitada por átomos radiactivos y por los animales salvajes que poco a poco van tomando como propio el territorio abandonado por el hombre; ojalá este interés despierte también una sed en la gente por saber qué pasó en verdad, en cómo se pudo prevenir un daño mayor y sobretodo; que la gente entienda la importancia de no confiar ciegamente en los que dicen saber dirigir un país.
¿Que se puede decir acerca de un hecho cuando las palabras sobran pues la acciones hablan por si mismas?. Chernóbil ha sido una de las guerras más devastadoras del siglo pasado, una guerra donde la naturaleza salió victoriosa y los seres humanos que la padecieron, inclusive los que solo sufrían la desdicha de habitar la zona, aún sufren y sufrirán toda su vida y sus generaciones (las que aún quedan) pues las heridas no quedaron en la piel sino en sus genes, en su corazón, en su alma. Chernóbil es el testimonio de todo lo que está mal, de todo lo que no debe hacerse y de lo importante que es la verdad por encima de todas las cosas. Chernóbil es el recordatorio de nuestra fragilidad como seres humanos y de cómo la naturaleza tiene mejor capacidad de adaptación o por lo menos, necesita menos generaciones que la todo poderosa raza humana. Chernóbil es la vida misma dando lecciones, haciéndose un espacio en una sociedad para recordarnos, que los fines no justifican los medios, que la destrucción es destrucción aunque la poéticen, que todos los seres que habitan la tierra son importantes y que el dolor que no se ve, que no se exterioriza, hace más daño que el dolor físico. Chernóbil es el recordatorio de que los pequeños detalles, los pequeños gestos, las pequeñas acciones, como compartir comidas, sentarse a hablar, beber un trago con amigos, leer un libro, el apretón de manos, el abrazo, el beso, las caricias, entre otras, importan y son más necesarias, a veces incluso más que el alimento, porque sembrar una huerta es posible, pero la soledad solo se vence con relaciones y las relaciones necesitan otros seres. Chernóbil es el recordatorio que la madre naturaleza no nos necesita, pero que nosotros sin ella no somos nada. En el mundo espiritual al ser humano se le dió la tarea de gobernar la tierra y señorearla, de ser los mayordomos del mundo y de sus habitantes, pero la tarea nos ha superado y por más que esto pueda aterrarnos o desconcertarnos, que al menos es lo esperado ante tan magna responsabilidad, la verdad el escenario es otro, simplemente no nos importa, andamos por el mundo explotando, quitando, dañando y destrozando, sin devolver, sin sembrar, sin construir. Sí, eso y muchas cosas me mostró, me recordó y me enseñó las voces, los testimonios y la vida de los supervivientes de Chernóbil, tal vez al acercarte te muestre lo mismo o tal vez no, al final, lo importante es que la desolación de la que te hace participe se te meta por los huesos y la radiación que emanan sus palabras, su llanto y su silencio, te modifique y te reestructuren los genes, el corazón y el alma.
Os voy a hacer una afirmación: es el libro que más me ha costado acabar de lo que va de año. Lo leí con el @club_lecturasconmagia y cuando ellas ya lo habían acabado yo justo estaba en la parte central del libro. Es un libro que si alguien me dice que lo ha abandonado, lo entendería. Porque no es un libro de playa. Esto de playa lo digo porque he visto reseñas y reels recomendando este mismo libro para un día de playa, y NO lo es. Rotundamente NO. Quiero saber más acerca de Chernobyl después de leerlo. Pero creo que necesito un tiempo. Empecé la serie que emitían en HBO, ya que la cogí en la #biblio. Pero la abandoné. Demasiado angustiosa. También empecé el libro en un momento vital que creo que no era lo que necesitaba. Y eso influye, y mucho.Es un libro incómodo de leer, frustrante y de esos que quisieras acabarlo a tan solo empezar el capítulo.Es un tortazo de realidad. Pero es un libro NECESARIO. Todo el mundo debería leerlo. Aunque haga como yo y lo acabe meses después de haberlo empezado. Pero los diferentes testimonios de este libro y las personas que lo relatan, lo merecen. Merecen que se sepa la verdad y merecen que este libro pase de generación en generación. Así que eso haré. Lo voy a guardar en mi librería. Para recordarlos, para que esos testimonios nunca se olviden, aunque pasen los años. Será mi pequeño homenaje a ellxs y a sus familias.
«Incluso ante el fin del mundo, el hombre seguirá siendo el mismo, igual que es ahora. Siempre». Desde hace tiempo este libro me venía persiguiendo y me rehusaba a leerlo porque sabía lo que me causaría, sabía la impotencia y el dolor que me provocaría leer esas historias, pero me dejé llevar y a pesar de que cada palabra plasmada allí me generó un dolor inmenso no me arrepiento de haberlo leído. No es una historia, son muchas. No es una verdad, es una recopilación de verdades. En este libro nos cuentan lo que realmente pasó en uno de los desastres más grandes causados por el hombre. Todos hemos escuchado cosas, pequeños fragmentos que los trae el viento y así mismo se van, pero leer esto es sencillamente desgarrador, conocer la historia a través de quienes estuvieron allí, de quienes sufrieron las consecuencias de una mentira, porque sí, Chernóbil es una mentira, todo lo que lo rodea es falso. En un intento por minimizar el impacto que tuvo el accidente nuclear los gobiernos, científicos y la prensa encubrieron el hecho mostrándolo como algo sin importancia, exponiendo a miles de personas a un peligro invisible. Es doloroso saber cómo unos inocentes pagaron las consecuencias de semejante negligencia, pero es aún más impactante leer las razones de quienes decidieron exponerse a la central y de aquellos quienes retornaron a su hogar aún sabiendo los peligros que esto conllevaba y que para sorpresa de todos lograran sobrevivir. Es impresionante la resiliencia humana en momentos como ese, que sobrepasan lo imaginable. A lo largo de cada relato se deja evidencia de lo que pensaba cada uno de ellos respecto a la vida como la conocían y en lo que se convirtió, unos más escépticos que otros, unas experiencias más sangrientas que otras pero todas igual de dolorosas. No tengo más palabras para describir esta lectura, solo que lean este libro. Dénse la oportunidad de conocer una parte de la historia que parece desvanecerse con el tiempo y que merece ser recordada.