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Ha sido un lujazo haber presenciado (como lector) la madre de todas las partidas: Mirko Czentovicz contra el Dr. BTras la maravillosa novela Gambito de dama tenía mono de más ajedrez y ayer comencé (y terminé) este breve, intenso, certero e inolvidable viaje en barco.En un transatlántico se enfrentarán un arrogante campeón del mundo contra un enigmático pasajero que carga con un pesado pasado en la mochila. Si consiguiera disociar mi mente en dos para que ambas jugasen sin que ninguna conociera las estrategias de la otra?, siempre ganaría Zweig.Porque decir que Stefan Zweig escribe muy bien es quedarse en la superficie? Zweig está en otro nivel superior. Zweig vive en el ático de los niveles. Para muestra un botón:Siempre he comprendido, en principio, que un juego tan impar y tan genial debía producir sus maestros específicos, pero cuán difícil y aun imposible resulta imaginarse la vida de un hombre intelectualmente activo, para quien el mundo se reduce de un modo exclusivo a la estrecha vía entre blanco y negro, que busca los triunfos de su existencia en un nuevo ir y venir, adelantar y retrotraer de treinta y dos figuras; la vida de un individuo para quien el abrir el juego con un caballo en vez de hacerlo con un peón ya significa una hazaña y un miserable rinconcito de inmortalidad en dos líneas de un tratado de ajedrez; de un hombre, un ente espiritual que, sin volverse demente, dedica en el transcurso de diez, de veinte, de treinta y aun de cuarenta años, una y otra vez, toda la elasticidad de su pensar al ridículo afán de perseguir un rey de madera sobre un tablero de madera.Así que como no podía ser de otro modo: 64 escaques, 32 piezas? y 5 merecidísimas estrellas.

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Todas las luchas de nuestra vida pueden verse reflejadas en un tablero de ajedrez, siempre he pensado así, desde que tengo memoria (o las veces que ella me domina).«Novela de ajedrez» es una historia de vida, o mejor aún, la historia de una nación y de una guerra, específicamente, la segunda guerra mundial. Todos los personajes son un símbolo, son un manifiesto duro y crítico contra la guerra, el nazismo, la destrucción, los intereses políticos y la cruel humanidad.La pluma de Zweig es perfecta, precisa, con frases que se clavan como puñales en tu corazón y que no solo te cuentan una historia, sino que te hacen vivirla y sentirla. Los dos personajes son dos posiciones, dos lugares que se ocupan en el tablero de ajedrez, cada uno ve la vida acorde a sus experiencias personales y son diestros y maestros en el arte de jugar, cada uno a su manera, distintos, no solo por la forma como aprendieron a jugar, sino por la situación en que debieron aprender.La novela consta de tres partes, dos iniciales donde el foco se pone primero sobre el jugador blanco y luego sobre el jugador negro y una tercera parte, el cierre, el enfrentamiento de dos almas, de dos vidas. Ganar o perder no es el objetivo, porque cuando la vida se refleja en el tablero, el final es inevitable, esperado y necesario, pero el juego en sí es impredecible e incierto.La intensidad va aumentando párrafo a párrafo como el mismo juego de ajedrez, cada movimiento de los protagonistas y de Zweig está fríamente calculado, y poco a poco, el ritmo se va haciendo más y más rápido, la tensión crece a la par, las fichas sobrantes van saliendo del tablero y de la narración, la velocidad se incrementa y se va apoderando de tus latidos y de tu respiración, hasta que solo quedan dos fichas, dos hombres, un solo movimiento, las manos se detienen, los ojos se encuentran, silencio, mente en blanco, un solo camino, un suspiro, jaque en la novela, jaque mate en tu vida. Y es todo, acabas de firmar un contrato de admiración con Stefan Zweig y sin querer lees en voz alta:«?ese caballero realmente tiene un talento extraordinario»

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Hace tiempo que leí Mendel, el de los libros de Stefan Zweig. Decir que me gustó es quedarse corta. Mi intención entonces fue volver a leer a Zweig enseguida, pero ya sabéis, un libro se cuela delante de otro y así han pasado casi tres años. Hasta que por fin este libro llegó a mis manos. Novela de ajedrez fue el último libro de ficción escrito por Zweig y publicado póstumamente. El 22 de febrero de 1942, él y su esposa Lotte Altmann aparecieron muertos en su casa de Petrópolis, en Brasil. La depresión y ver cómo Europa se destruía a sí misma, en sus propias palabras, fueron el detonante del suicidio. Donó sus libros a la biblioteca y envió sus manuscritos a varios a archivos fuera de Brasil. Quemó los papeles que le quedaban en una hoguera en el jardín y le regaló su fox terrier a su casera con una carta en la que explicaba: Lo siento mucho pero hemos tomado otra decisión que seguir alquilando su bonita casa durante más tiempo.No es de extrañar entonces que en Novela de ajedrez, Zweig haga una mención directa a la situación política en Europa y al terror Nazi. En la novela nos encontramos ante una singular partida de ajedrez, entre un campeón del mundo y varios aficionados durante un viaje en barco. Cuando parece que está todo perdido para el pequeño grupo aparece un desconocido que se lo pone difícil al campeón, acabando la partida en tablas. Narrada en primera persona por un pasajero del barco descubriremos que el desconocido sufrió torturas por la Gestapo. Pero no de las que se sufren en un campo de concentración. Sufrió el aislamiento y la nada más absoluta, solo con sus propios pensamientos. Hasta que el ajedrez salvó sus días de aislamiento... O no. Las ilustraciones en blanco y negro de Tlacuiloa hacen que sientas la angustia del aislamiento, la tensión de la partida de ajedrez y la desesperación. Sutiles pero con una gran carga dramática son el complemento perfecto para la narración de Zweig.

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No había leído otro libro de este estilo de Stefen Zweig desde veinticuatro horas en la vida de una mujer, es de esos libros que en apariencia la historia es relacionada a un juego pero que en el fondo se trata de sentimientos. En manos de dos grandes contrincantes de ajedrez, Zweig nos pone entre dos personalidades, por un lado, nos presenta a un hombre que por falta de educación (¿tal vez?) es un ser despreciable, no tiene ningún talento en la vida, no tiene nada encomiable, no tiene bondad, educación, bondad, no hay nada en este personaje que sea realmente recomendable que no sea que sabe jugar y muy bien al ajedrez, es altivo, despreciativo, un ser empequeñecido que trata a todos con desprecio al sentirse y saberse de ese modo ante todos los que lo rodean y por otro lado, aparece un personaje misterioso, otro dotado para el ajedrez, pero que a diferencia del primero, es un hombre que el ajedrez le mantuvo con vida y tal vez le ayudó a mantener la cordura en momentos difíciles, pero que por otro lado, este juego lo lleva a un punto de quiebre en su psique. A través de todo el tema de este juego que se lleva a cabo, al menos en apariencia, de un modo de entretenimiento, Zweig nos va llevando de la mano hacia sentimientos de culpa, de locura, de bajeza, de envidia y claro también ese sentimiento de querer ganar y ser el mejor que el contrincante. Como siempre es una delicia leer a este autor, como siempre digo, todos deberían leer a Zweig, sin duda no deja indiferente nunca

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Esta es la segunda novela que leo de Zweig y me ha gustado aún más que la primera, y eso que Mendel el de los libros me dejó huella. En este libro, de nuevo en menos de cien páginas, Zweig es capaz de hacerlo y explicarlo todo. Desde el primer momento nos sentimos a bordo del trasatlántico que cubre la ruta EEUU-Buenos Aires donde conoceremos la historia del peculiar campeón del mundo de ajedrez y, sobre todo, la historia del señor B. Este último relata los terribles meses que pasó siendo prisionero de la Gestapo dentro de una habitación de hotel enfrentándose día a día a la nada, al vacío. Es brutal como el autor describe las trampas que nos tienda nuestra mente en situaciones límite llegando a obsesionarse por algo por puro instinto de supervivencia, en este caso por el ajedrez.Zweig, austríaco de origen judío exiliado a Inglaterra en 1938, vuelve a tratar en esta obra los horrores del nazismo. Me ha aparecido interesantísima la parte en que explica que no todas las víctimas del régimen eran llevadas a campos de concentración y que existían otros tipos de torturas que en apariencia no lo eran pero dejaban secuelas permanentes a las personas que las sufrían. Espeluznante la historia del señor B.En resumen, esta novela me ha parecido magistral tanto por lo que explica como por la forma de hacerlo, y hace que quiera seguir leyendo las novelas de este escritor excepcional.

Comentarios de lectores del libro Novela de ajedrez