Este breve ensayo, casi perfecto, redactado por una jovencÃsima Simone Weil en 1934, no vio la luz hasta que Albert Camus lo incluyó como pieza fundamental en la antologÃa Oppression et liberté de 1955.
Ensayo que comienza con una necesaria crÃtica al marxismo ortodoxo, que acumulaba un siglo de fracasos, y continúa con un análisis del por qué de esos fracasos, de la inevitabilidad de la injusticia social. A continuación, se perfilan las caracterÃsticas de una sociedad libre utópica para entresacar aquello que pudiésemos aplicar a nuestro presente. Termina la autora con una sombrÃa crÃtica a la sociedad de su tiempo donde el individuo ha sido absorbido y anulado por la colectividad.
La crÃtica de Weil a los dogmas de la filosofÃa marxista de la historia es demoledora. Socialismo cientÃfico y capitalismo coinciden tristemente en jugárselo todo al desarrollo de las fuerzas productivas, soñando con fuentes de energÃa inagotables o robots que nos devuelvan el ocio del paraÃso perdido. La realidad es que esta confianza ciega en el progreso cientÃfico-técnico es una herencia envenenada de los orÃgenes hegelianos del pensamiento de Marx. Su optimismo acrÃtico ha llevado al movimiento obrero a un fracaso tan profundo que obliga a replantearse si es posible cualquier tipo de cambio social mientras se mantenga un modo de producción asentado en la deshumanización de la cadena de montaje. La utopÃa de la desaparición de la propiedad privada no aliviará en nada la alienación de los trabajadores porque el auténtico yugo es la “fábrica”; asà lo experimentará la propia Weil al incorporarse a la Renault durante un año y terminar confesando que en tan poco tiempo la habÃan marcado de por vida con el sello de la esclavitud.