Hombre de fortuna, sujeto encantador, ligeramente embustero, animal social, escritor casi olvidado, el uruguayo Enrique Amorim, espe cialmente su relación con Federico GarcÃa Lorca, es el centro de una trama de celos, envidias y resentimientos, pero también de lealtades y amores, cuyo marco es la escena artÃstica entre las décadas de 1920 y 1960.
Se confirman algunas verdades: Neruda era un hombre de amigos y enemigos entrañables; Aragon dominaba la vida cultural francesa; Quiroga vivÃa atormentado por sà mismo. Se despejan algunas dudas: Picasso fue ninguneado por el Partido Comunista; Chaplin fue absurdamente perseguido; Borges no sabÃa nada de fútbol. Pero, sobre todo, se abren interrogantes: ¿Amorim consiguió adueñarse del cadáver de GarcÃa Lorca? ¿Es el cuerpo del poeta granadino el que se halla tras un monumento en la ciudad uruguaya de Salto? A través de una investigación a un lado y otro del Atlántico, Santiago Roncagliolo ha buscado responderlas.