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De los cuatro primeros libros de la serie Escuela de señoritas, Un granuja en mi cama es la entrega que más me ha gustado porque la pareja protagonista es encantadora y su historia amena, intensa y divertida, hasta el momento, me ha parecido la más completa de la saga. Madeline Prescott es una joven culta, apasionada de las ciencias y una profesora que a todos nos habría gustado tener porque no solo se preocupa por enseñar, sino que establece un lazo muy especial y cercano con sus alumnas. Y, cuando Anthony aparece en la escuela para que acepten a su sobrina, se las arregla para ofrecerle ayuda de un modo que solo a la mano derecha de la directora se le podría ocurrir. Me ha encantado la personalidad de Madeline porque, en esta ocasión, Sabrina Jeffries cede el protagonismo de su novela a una mujer casi adelantada a su tiempo, interesada por la ciencia y el saber. Y es que la curiosidad empírica y el amor por las matemáticas de la señorita Prescott es un soplo de aire fresco y encaja a la perfección con el carácter del vizconde Norcourt. Esta vez, además, la señora Harris tiene un papel más destacado y me ha gustado muchísimo verla dirigir su escuela. La trama presenta más aspectos que el simple romance y la autora aborda ciertos temas sin incurrir en exceso en ellos, pero presentándolos de tal manera que completan bien el texto. Me encantan las historias románticas, por supuesto, pero se agradece toparse con algún rasgo más en los argumentos y en Un granuja en mi cama sucede precisamente eso, con lo que la lectura resulta más interesante y, sobre todo, amena.