Desde hace un par de décadas la producción literaria de Ryszard Kapu?ci?ski —en prosa, su poesÃa es un capÃtulo aparte— discurre por dos cauces independientes: paralelamente a obras monolÃticas —como El Imperio o Ébano—, a partir de 1990 se han ido publicando en su Polonia natal sucesivas entregas de Lapidarium (hasta un total de seis, la última en 2007). Se trata de libros que, de existir tal categorÃa en las teorÃas de la literatura, se inscribirÃan en la corriente que se podrÃa definir como la «poética del fragmento», y cuya publicación hemos empezado por el tomo cuarto, por deseo del autor.
En un inicio —allá por 1982
— un Ryszard Kapu?ci?ski en paro (a raÃz del estado de guerra se habÃa clausurado la revista Kultura, de cuya plantilla el autor formaba parte) empezó a tomar notas sueltas y aparentemente inconexas en torno a lo que sucedÃa a su alrededor, sazonándolas con grandes dosis de reflexión acerca del destino del hombre y el mundo contemporáneos. No tardó en descubrir que el fragmento —en sus palabras: «esa escritura libre y espontánea que salta de un tema a otro como lo hace en cuestión de segundos el pensamiento»— no sólo se ajustaba perfectamente a su temperamento de escritor sino que, reunidos en un volumen, aquellos retazos de la realidad vivida y pasada por el tamiz de la reflexión acababan por formar, cual pinceladas impresionistas, un abigarrado y pertinente retrato de nuestra época.
En los Lapidaria, concebidos como un collage de textos breves (algunos de un par de lÃneas apenas) cuya lectura se puede empezar, interrumpir y retomar por cualquier página, Kapu?ci?ski despliega un amplio abanico de formas y recursos narrativos: desde descripciones de episodios significativos que se le habÃan quedado en el tintero (un material precioso rescatado de sus experiencias pasadas) hasta análisis de las «cuestiones palpitantes» del mundo contemporáneo, pasando por citas de autores cuya obra (o una faceta de la misma) le llama la atención, asà como por las impresiones —ante un texto, un cuadro, una escultura o, simplemente, una conversación— que estos productos del talento, la sabidurÃa y el ingenio humanos sugieren a su penetrante mirada.