¿Deber o placer? Esa es la pregunta del millón para Juanjo. Debe escoltar a Natalia Miralles y dos cosas se lo está poniendo muy difÃcil: la corriente de necesidad sensual que parece fluir entre ellos y el comportamiento infantil de ella. Pero lo que no sabe es que Natalia ha decidido comportarse como una crÃa hasta que el subinspector la vea como a una mujer, una que va a volverlo loco de deseo. Juanjo RÃos acaba de ingresar en la Brigada de Escoltas y su VIP, una arquitecta con un cargo importante en Conselleria, ha dejado bien claro desde el dÃa uno que no le apetece nada que la vigilen. ¿Y?, a él tampoco le gusta tenerla cerca, de hecho le parece insufrible, y aun asà hace su trabajo con disciplina. Asà que si no aprende a comportarse por las buenasÂ… quizá, quizá, pida autorización judicial para atarla. A ser posible, al cabezal de su cama. Porque la señorita Miralles será una estirada, pero Juanjo se acostarÃa con ella con los ojos cerrados. Mentira: bien abiertos, para no perderse detalle.
A Natalia, la idea de estar custodiada veinticuatro horas al dÃa le resulta insoportable, casi tanto como el subinspector RÃos, que de todos los policÃas de la unidad es, con diferencia, el más capullo. Y es una lástima, porque es también el tÃo más bueno que ha conocido en años. Qué rabia que él no parezca interesado, porque solicitarÃa que a él le tocaran siempre los turnos de nocheÂ… desnudo y en su dormitorio, a ser posible.