No estaba preparado para perderla. Cuando la vida le habÃa dado una brizna de esperanza dispuesta a florecer, se desató el peor de los infiernos, devastándolo todo. Solo tenÃa dos opciones: someterse a su realidad o encontrar la manera de recuperarla. No importaba dónde estuviera ni lo difÃcil que fuera dar con ella, estaba dispuesto a recorrer el árido infinito para que su estrella volviera a iluminarle. Para ello, se enfrentarÃa a sus miedos y romperÃa las reglas y las cadenas, arriesgándolo todo. Porque incluso un alma herida puede aprender a amar, si lo que espera al final del camino es el amor verdadero.