El señor Trelawney, hidalgo de mi pueblo, el doctor Livesey y varios otros amigos mÃos, me han pedido que describiese detalladamente todo lo que nos ocurrió en la Isla del Tesoro, desde el principio al fin, omitiendo solamente la situación geográfica de la isla, por cuanto aún hemos dejado en ella parte del botÃn rescatado. Empiezo, pues, mi relato en el año 17Â… y me remonto a la época, ya lejana, en que mi padre era el propietario de la hosterÃa del «Almirante Benbow», en la que se hospedó un viejo lobo de mar, cuyo rostro curtido por la intemperie se hallaba surcado por la siniestra cicatriz que en él dejara un terrible sablazo...