Durante todo el a?o, los lugare?os ahorraban cuanto pod?an para el d?a en que, por unas cuantas monedas, pod?an adquirir un esclavo altivo, un pr?ncipe elegido para servir, adiestrado y preparado para la corte, que entonces durante todo el verano deb?a de obedecer a cualquier humilde sirvienta o mozo de cuadra que pujara lo suficiente en la subasta p?blica. El jefe de patrulla no pod?a evitar anticiparse al final del verano e imaginar a estos mismos j?venes ahora quejosos y forcejeantes, en el momento de ser devueltos, tras concienzudos castigos, con las cabezas inclinadas y las bocas calladas, en la m?s completa sumisi?n.