El asesino habÃa dejado el cadáver, pero se habÃa llevado la bala. Todas las pistas habÃan quedado borradas. Para colmo, el F.B.I. estaba en el ajo, con sus escuchas electrónicas y esos mil aparatos que obligaban a Nero Wolfe a vivir en condiciones insoportables. Aquello tenÃa que acabar. ¿Wolfe trabajando en un cuartucho, hablando en susurros y con el televisor en marcha para no ser oÃdo? Intolerable: caiga quien caiga, pese a quien pese, la normalidad ha de volver, pero para ello es preciso descubrir al criminal.