«Monte Odina» responde a una forma de escribir que Sender ha desarrollado como perfecta adecuación organizativa y estilÃstica a su mundo intelectual: reminiscencias y recuerdos, intuiciones y asociaciones insólitas, anécdotas vividas e imaginaciones arbitrarias desgranan una vivaz divagación que, sin ser unas memorias, ni un ensayo, ni un monólogo, tiene algo de todo esto y quizá un remoto parentesco con algunos géneros humanistas de los siglos XVI y XVII (es inevitable pensar en Pedro MexÃa o en Gracián) que en Sender parecen encontrar un talante similar, entre lo cientÃfico y lo personal.
El lector de «Monte Odina» —quizá el mejor de los libros publicados por el autor en los últimos años— asistirá a un brillante chisporroteo de sugestiones que sustenta un mÃnimo recuerdo infantil (la ordenación de la biblioteca de un gran señor oscense, en el lugar epónimo del tÃtulo del libro): allà surge el recuerdo del paso del cometa Halley y una completa historia y balance del teatro universal contemporáneo, Picasso y Baroja, la Lolita de Nabokov y los astronautas, el Aragón medieval y el folklore regional aún vivo, la guerra civil española y una dinastÃa cingalesa que tiene el nombre del autorÂ…