El «Porsche 911-S» rugÃa materialmente y sus ruedas giraban a una velocidad endiablada. Las esferas del salpicadero parecÃan alocadas y casi todas las agujas entraban en zona roja. El velocÃmetro llegaba a los trescientos kilómetros hora. Jo Alan mantenÃa en el cambio de marchas la velocidad más larga. Aquel automóvil no era un vulgar «Ford» o «Mercedes» en el que sólo habÃa que pisar el freno o el acelerador por ser el cambio de marchas automático. Dentro de aquel bólido deportivo jugaba y mucho la destreza del piloto con el cambio de marchas mientras el pie derecho hundÃa el pedal del gas.