El esqueleto se convirtió entonces en una figura totalmente negra con sólo los perfiles de contorno. Donde habÃan estado las cuencas vacÃas aparecieron unos ojos rasgados, malignos, ojos que pasaron del amarillo al rojo y viceversa.
En aquel instante se produjo una mezcla de grito y aullido, algo que no podÃa compararse a nada conocido, pero que hirió los cerebros de quienes se encontraban en la biblioteca, penetrando por sus respectivos oÃdos.
De la figura misma, nació un viento terrible y en espiral; era como un pequeño tornado, pero su fuerza semejó querer succionarlos a todos.
Comenzaron a saltar los libros colocados en las paredes que componÃan la biblioteca. Pesados volúmenes caÃan desde lo alto mientras una especie de fragor les ensordecÃa, aturdiéndolos.
Comenzaron a cubrirse las cabezas con los brazos. Era una verdadera lluvia de libros convertidos en proyectilesÂ…