Aquel rostro horrible, espectral, fosforescente, mostraba una sonrisa macabra. TenÃa la piel retorcida y putrefacta, como si fuera un cadáver surgido de las entrañas del pequeño buque. Aquel rostro estaba como suspendido en el aire, mirándola fijamente y no era una ilusión óptica ni una mala pesadilla.
El rostro comenzó a avanzar hacia ella. La joven quiso gritar, pero ningún sonido salió de su garganta y aquel espectro se le echaba encima, sonriendo.