El señor Genardy habÃa tratado de pasar desapercibido entre sus vecinos y poder asà dar rienda suelta a su perversa obsesión por las niñas. Pero esta vez habÃa bajado la guardia. No le quedaba más remedio que cambiar de residencia para evitar futuras complicaciones. El anuncio en un periódico de un discreto y económico piso le ofrecerá la posibilidad de desvanecerse y evitar las murmuraciones. Sus propietarias: una joven viuda y su pequeña hija Nicole.