En 1926, época en que los Estados Unidos eran campo de batalla de numerosas bandas de pistoleros, la larga ruta fluvial del Mississippi era la preferida por los gangsters que huÃan de la venganza de otros, asà como del acecho de la policÃa, que al fin lograba contra ellos pruebas que debÃan conducirles a la silla eléctrica. El puerto de Nueva Orleans, desembocadura del Mississippi, era en toda su zona pantanosa la comarca preferentemente elegida para el contrabando fructÃfero de licores.
Larry Carter residÃa en Nueva Orleans, y era, en apariencia, un honorable corredor de seguros. TenÃa esposa y un hijo de cinco años del que estaba muy orgulloso, porque, según Larry Carter, «a él no le cegaba el sentimiento paterno, al reconocer imparcialmente que su hijo Mike era un prodigio que prometÃa ser un gran hombre».
La esposa de Carter era callada, sumisa y casera, las tres cualidades por las que Larry Carter la habÃa elegido. Mike era turbulento, amante de pelear, curioso y enérgico, elementos de carácter por los que su padre le adoraba.
Nada faltaba en el hogar de los Carter, los cuales vivÃan sin lujo pero decorosamente, Larry Carter habÃa estudiado en la Universidad, abandonando los estudios al morir sus padres. Acostumbraba a decir que su único amigo era el abogado Barney Vikers, con el que habÃa intimado en cinco años de estudios, conviviendo y compartiendo habitación, confidencias y bolsa.