Compartir casa con un compañero de piso tremendamente atractivo deberÃa ser un sueño hecho realidad, ¿verdad? Sin embargo, no es asà cuando el chico en cuestión es Justin, la única persona a la que he amado… y que ahora me odia.
Cuando mi abuela murió y me dejó la mitad de la casa de Aquidneck Island, habÃa una trampa: la otra mitad irÃa al niño al que ayudó a criar. El mismo niño que se convirtió en el adolescente a quien rompà el corazón hace años. El mismo adolescente que ahora es un hombre con un cuerpo de escándalo y una personalidad igual de fuerte que sus músculos. No le habÃa visto en años, y ahora estamos viviendo bajo el mismo techo porque ninguno está dispuesto a renunciar a la casa.
¿La peor parte? No ha venido solo.
Pronto comprendà que existe una lÃnea muy fina entre el amor y el odio. PodÃa ver a través de esa sonrisa engreÃda. Debajo de esa apariencia… el niño seguÃa allÃ. Y también nuestra conexión. El problema es que ahora que no puedo tener a Justin, lo quiero más que nunca.