Cuando se me presentó la oportunidad de escapar, lo hice. Ahora estoy en Nueva York, intentando rehacer mi vida. A pesar de llevar un rastreador en el tobillo, Crow no ha venido a buscarme. Ni siquiera me ha llamado. Le confesé la profundidad de mis sentimientos, pero él los rechazó con crueldad. A lo mejor se ha olvidado de mÃ. Un dÃa, vi los botones sobre la encimera al entrar en mi apartamento. Yo no los habÃa dejado allÃ, y no habÃa más que una explicación para su presencia. A lo mejor Crow no se habÃa olvidado de mÃ, después de todo.