Uno de los tantos periodistas que se vio obligado a salir de Cuba en los primeros años de la revolución, regresa luego de casi medio siglo. La justificación de su regreso es la constante búsqueda de la verdad. Él no pensó nunca en volver, mientras las causas por las que tuvo que salir existieran, pero un dÃa, mientras revisaba un paquete de viejos recortes de periódicos, que con curiosidad y delicadeza su esposa guardara en un cofre, y en los que sus ideas estuvieron involucradas, se encontró con una noticia de aquellos tiempos que lo hizo detener súbitamente y cambiar de idea. El recorte no estaba hecho con el fin de salvar el escrito que le atrapó la atención. En la parte de atrás, en algo más de tres párrafos, en los que no se veÃa el comienzo ni el fin, aparecÃan algunos detalles de un hecho que lo transportó de inmediato a la época en que trabajaba en la redacción de un diario habanero, y al momento en que se produjo la noticia. No habÃa sido una noticia sensacional ni escandalosa, más bien se trataba de una “genial idea” que perdió su esplendor de la misma forma que el rayo su luz en una noche oscura y tormentosa. Y regresó a su tierra natal en calidad de turista, por una semana, y sintió lo que cualquiera sentirÃa si un dÃa lo hiciera también.