El «Arauco domado», poema épico compuesto por Pedro de Oña y publicado en 1596, se ajusta a las convenciones de su género en el uso de la mitologÃa clásica, a pesar de que el tema es contemporáneo y americano y de que su autor nunca salió de Sudamérica. El texto es, en primer lugar, un poema por encargo. Hay certeza de que el gobernador GarcÃa Hurtado de Mendoza, no estando satisfecho con la caracterización que de él hizo Ercilla en «La Araucana», encargó a Oña la composición de Arauco domado. Retórico también, debido a la descripción que en él se hace del pueblo mapuche, en la que el tÃtulo «Arauco domado», se transforma en una construcción forzada que se articula como objetivo para la grandiosa victoria sobre un pueblo, que en el curso del poema es caracterizado como temible y salvaje en contraposición con las huestes españolas sufrientes y abnegadas con tal de lograr su dominación. El exordio y los diecinueve cantos compuestos en octavas endecasÃlabas (versos de once sÃlabas métricas en los que riman los versos primero, cuarto y quinto; tercero y sexto; y séptimo y octavo) que dan forma a «Arauco domado» se articulan sobre la base de, las ya mencionadas, caracterizaciones indÃgenas idealizadas, los discursos araucanos estructurados de acuerdo a la retórica latina, las descripciones de paisajes marcadamente renacentistas y las alusiones a la mitologÃa clásica. «Arauco domado» comienza con el relato del viaje de GarcÃa Hurtado de Mendoza a Chile y las primeras campañas militares que este gobernador dirigió. Contiene el relato ordenado de los acontecimientos que hasta esa fecha se conocÃan. En ese sentido, no aporta muchos datos novedosos desde el punto de vista histórico, ya que su objetivo era enaltecer la figura del Gobernador GarcÃa Hurtado, su principal protagonista. En ese afán, Oña llegó incluso a compararlo con los dioses del Olimpo, quedando clara la intención del autor y la influencia de Hurtado en el plan del poema. La obra está llena de comentarios anecdóticos y fantásticos que la alejan de lo meramente histórico. Las descripciones sobre las costumbres y vida de la población indÃgena son producto de la imaginación del autor y lo mismo sucede con los lugares que rodean a los sucesos relatados.