EL gran deseo de Tully desde los diecisiete años era una pura contradicción: soñaba con no soñar. Quizá porque su vida estaba forjada a golpes de carencia y ella sabÃa mejor que nadie lo que significaba desear: desear lo que no se tiene, lo que se ha perdido, lo que se anheló un dÃa, lo que es de otros. Y el deseo nunca viene solo. Goza siempre de la compañÃa de la enajenación, es egoÃsta, tozudo y, sobre todo, proporciona tanta alegrÃa como dolor.
El sueño imposible es la historia de un viaje del que nadie se salva, el azaroso recorrido que lleva de la infancia a la madurez. En el caso de Tully los riesgos del viaje se incrementan porque el punto de salida, su infancia, es una jungla; ella pretende que su destino sea todo lo contrario, un estanque en paz. Y está decidida a que su vida no sea un viaje organizado en el que todo está previsto. Su empeño por escoger el rumbo, por decidir libremente en cada encrucijada cuál es el camino a seguir, la lleva por derroteros que, en más de una ocasión, se acercan con peligro al acantilado.