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Los errantes de Olga Tokarczuk

de Olga Tokarczuk - Género: Otros
libro gratis Los errantes

Sinopsis

Al principio de Los errantes, la narradora esboza un autorretrato que es también una poética: «A todas luces yo carecía de ese gen que hace que en cuanto se detiene uno en un lugar por un tiempo más o menos largo, enseguida eche raíces. (…) Mi energía es generada por el movimiento: el vaivén de los autobuses, el traqueteo de los trenes, el rugido de los motores de avión, el balanceo de los ferrys». Inquieta como ella, esta novela no se detiene ni un momento: en bus, avión, tren y ferry, la acompaña a saltos de país en país, de tiempo en tiempo, de historia en historia.

Un libro inquieto, pues, y no pocas veces inquietante, como buena parte de los relatos que contiene: «historias incompletas, cuentos oníricos» subsumidos en un libérrimo cuaderno de viaje hecho de excursos, apuntes, narraciones y recuerdos que en muchos casos tienen como tema el viaje mismo: así, el relato de Kunicki, que, en plenas vacaciones, tendrá que enfrentarse a la desaparición de su esposa y su hijo, y a su reaparición enloquecedoramente enigmática. O el del gélido doctor Blau, taxidermista, que visita a la viuda de un ilustre colega con la intención de estudiar su laboratorio. También está el de Ánnushka, obsesionada por comprender los incomprensibles juramentos que profiere una pedigüeña en la estación de metro. O el de la bióloga que vuelve a su país para reencontrarse con su primer amor, ahora agonizante. Y, en medio de todos ellos, el relato real de cómo el corazón de Chopin llegó a Polonia escondido en un tarro de alcohol en las enaguas de su hermana; o el del anatomista flamenco Philip Verheyen, que escribía cartas a su pierna amputada y disecada; cartas, en fin, como las que le mandaba Joséphine Soliman al emperador Francisco I de Austria para recuperar el cuerpo de su padre, disecado como la pierna de Verheyen e infamantemente expuesto en la corte donde había servido en vida…

Y así, entre corazones, piernas y cuerpos, Los errantes, una novela inquieta e inquietante, móvil y más que frecuentemente perturbadora, se revela también como una novela esencialmente física: en ella se habla del cuerpo, sí, pero también del mundo, y de las estrategias siempre insuficientes (la ciencia, los mapas) con las que intentamos cartografiar lo existente, apresar lo inasible. Como las galerías de curiosidades que su autora gusta de visitar, Los errantes, galardonada con el Premio Man Booker Internacional, contiene «lo raro e irrepetible, lo insólito y monstruoso», y lo expone en un despliegue de inventiva cuya nómada libertad formal oculta una calculadísima coherencia temática: he aquí una novela única, ligera y honda a la vez, que indaga en las posibilidades del formato como los exploradores más audaces.


Los errantes es un libro completo, redondo, escrito con diferentes tipos de narrativa que, unidos a dibujos y mapas pretende ser el retrato más íntimo del ser humano.Uno de los mayores temores del hombre es enfrentarse a la pérdida, de ahí que Olga Tokarczuk proponga una vida nómada, la vida más difícil porque, aunque supone no sentir un apego desmedido por algo o alguien, evita afrontar la amargura del deterioro desde el momento en que «la pérdida y el duelo se convierten el algo cotidiano». Otro temor que nos amenaza es no controlar lo que nos rodea. En una sociedad avanzada como la del siglo XXI tenemos la impresión de que todo lo dominamos; vivimos en la era de la comunicación? pero es solo impresión, de ahí que la autora nos anime a abandonar nuestra posición para mirar el mundo desde otro punto de vista, para conocerlo realmente, «el París al que llegan no se parece en nada a la ciudad que han conocido a través de las guías, las películas y la televisión».En Los errantes subyace la necesidad de escuchar otras voces para que, al conjugarlas todas, podamos entender al ser humano. A través de lo cotidiano explora el interior del hombre, probablemente porque la autora es consciente de que no hay tantas diferencias entre nosotros «El postulado una personalidad = una persona siempre me ha parecido excesivamente reduccionista».El viaje interior alude al exterior experimentado desde el tiempo interior, subjetivo, por eso Tokarczuk se prepara para enfrentarse a lo posible con la utilización gramatical del futuro. «Encontraremos allí de todo». El momento que más sorpresa causa en el lector es cuando toma conciencia de que no existe un espacio determinado ni un tiempo posible «Porque si el futuro y el pasado son infinitos, en realidad no existe ningún tiempo ha y, por supuesto, cuando afronta con lucidez el hecho de que el lugar no debemos tratarlo como algo donde tenemos que llegar con un fin determinado, «da igual dónde. Aquí. Aquí estoy». Este podría ser el objetivo principal del ser humano, estar para los otros, o para sí mismo, el cuándo y el dónde son lo de menos. Algo de contenido tan filosófico contiene sin embargo una pragmática usual, por eso durante la lectura, y en bastantes ocasiones, experimentamos cierto desconcierto, porque somos conscientes de que la idea de estar de manera continua en un mismo lugar nos sobrepasa; queremos conocer otros entornos aunque lleve aparejado cierto temor al intentarlo. Nos da miedo abandonar las comodidades a las que estamos acostumbrados, así que nos trasladamos con aquellas que nos aportarán la seguridad de lo conocido, «reproducción a menor escala de la vida sedentaria, como una miniatura de la misma, divertida y un tanto infantiloide». Nos da miedo encontrar nuestros orígenes, perder la certeza de lo que somos, en lo que creemos, «Apenas comenzaba su viaje, y se le veía bastante agobiado por todo ello».Y a pesar de este desasosiego ¿por qué somos errantes? Creo que el desencanto con la sociedad en la que vivimos hace que busquemos otros modos de vida; en el fondo anhelamos una existencia sin prejuicios, sin pobreza, sin inconsciencia, sin opresión, sin crueldad. de ahí el movimiento constante que, persistentemente, desemboca asimismo en la miseria, en la mentira, dejando en el hombre la desesperanza del que añora, «Era necesario resignarse al hecho de que no volvería a haber ecosistemas cerrados. El mundo se había fundido en un solo lodazal».Cualquier lector queda satisfecho al leer Los errantes; no solo podemos enlazar unos relatos con otros hasta concluir que nuestra vida es la que elegimos, que siempre podemos cambiarla sin huir de la que tenemos sino acercándonos a otra con ilusión, porque lo cierto es que nuestra actividad persiste y provoca sentimientos que van desde la confusión hasta la incomprensión o la pertenencia «Las playas de arena le pertenecían no en menor grado que sus propios pies y manos».También podemos leer por separado alguno de los microrrelatos que lo forman, aspectos autobiográficos de la autora, biografías de personajes que, como Chopin, dejaron parte de ellos en varios lugares hasta ser ciudadanos del mundo, relatos de personas que, aun viviendo en un sitio determinado trasladaban su pasión a donde fuesen, cuentos imaginados, y tan reales, que retratan con ternura la vida cotidiana, tal como la vivimos, sin énfasis, porque no encontraremos en ella grandes situaciones, todo forma parte de lo ordinario, de lo sencillo. El efecto producido es lo que confiere la personalidad a cada protagonista y aporta, a su vez, la profundidad al escrito «Pagará facturas, hará la compra, irá a buscar recetas para Petia, al cementerio, y finalmente viajará al otro extremo de esa ciudad inmensa e inhumana para sentarse en la penumbra a llorar».Hay relatos que se prestan a la exposición de cartas; es lo que ocurre al leer Viajes del doctor Blau, donde, no sin humor, expone la técnica de la plastinación algo con lo que, dado el amor que sentimos por nuestro cuerpo, cualquiera de nosotros debería estar de acuerdo, incluso los católicos más intransigentes pues «Jesús mostrando su carnoso corazón sangrante podría ser el patrón de la plastinación». Una vez asumido que existe un museo científico, leemos con estupor y angustia las tres cartas de Joséphine Soliman a Francisco I, emperador de Austria en las que expresa el dolor por la brutalidad absurda de aquellos que se consideran superiores a los demás «¿Basta con que una persona sea diferente, [?] para que no le sean aplicables las leyes y costumbres socialmente aceptadas por todo el mundo?»Casi todos los viajes que realizamos, y por ende los que aparecen en Los errantes, marcan la vida, de hecho la propia vida es un viaje metafórico. El viaje es el eje donde la autora ensarta temas como la búsqueda de la verdad, la felicidad, la espiritualidad o el empeño por corporeizar lo espiritual, la tristeza por la situación inferior de la mujer, la impotencia ante la violencia hacia menores, la crítica a la prensa amarilla, el maltrato animal?La angustia de la duda, el deseo de no afianzarse en el presente tintado de oscuro pasado, la necesidad de cambio, son síntomas de fracaso personal que lleva implacablemente a la inadaptación social. de manera inquietante asistimos al permanente conflicto con la realidad, lo que lleva a soñar climas sombríos donde residimos mediatizados por el miedo y la crisis de identidad. Con el viaje soñado buscamos, como Kunichi, nuevas vías para afrontar el desmoronamiento personal «Espera poder llegar a Zagreb al anochecer y al día siguiente a Split. O sea, mañana verá el mar».Debemos leer a Tokarczuk y asistir junto a esta reciente Premio Nobel a la exaltación de lo imperfecto, a la mirada escéptica de un mundo que no cambia tanto como nos gustaría. Enlace: https://elblogaurisecular.bl..
En el libro de Tokarczuk encontramos notas de viaje como una especie de diario, relatos diversos y algunos textos breves a modo de ensayos.En los primeros textos Olga nos muestra apuntes biográficos, en relación a sus padres y autobiográficos, sus estudios de Psicología y su cambio de rumbo al decantarse por la escritura. Define también la directriz que rige su vida, en torno al movimiento, al nomadismo, al viaje; directriz que determina el cuerpo del libro:A todas luces yo carecía de ese gen que hace que en cuanto se detiene uno en un lugar por un tiempo más o menos largo, enseguida eche raíces. Lo he intentado muchas veces, pero mis raíces nunca fueron lo suficientemente profundas, y me tumbaba la primera racha de viento. Tampoco he sabido germinar, desprovista de esa capacidad vegetal. No me nutro de la savia de la tierra, soy lo contrario de Anteo. Mi energía es generada por el movimiento: el vaivén de los autobuses, el traqueteo de los trenes, el rugido de los motores de avión, el balanceo de los ferrys.No es de extrañar que los peregrinos sean parte central de sus textos, el peregrinaje solitario, como el contenido en Características de un peregrino:Un viejo conocido me ha dicho que no le gusta viajar solo. Aduce que cuando ve algo extraordinario, nuevo, bello, desea tanto compartirlo con alguien que se siente infeliz si no tiene con quién hacerlo. En mi opinión, no tiene madera de peregrino.Tiene fascinación por las malformaciones, especie de padecimiento diagnosticado como Síndrome de desintoxicación perseverante, la conciencia insiste en regresar una y otra vez a ciertas ideas o, incluso, en buscarlas compulsivamente. Continúa explicando En el Síndrome:Mi sintomatología se resume en que me atrae todo lo defectuoso, imperfecto, roto. Me interesan las formas amorfas, los errores en la obra de la Creación, los callejones sin salida. Aquello que por una u otra razón se ha quedado a medio camino en su desarrollo, o que, por el contrario, ha excedido los límites de lo previsto. Todo lo que se aparta de la norma, lo que es demasiado pequeño o demasiado grande, exuberante o incompleto, monstruoso y repulsivo. Formas que descuidan la simetría, que se multiplican, crecen a lo ancho, se reproducen por gemación o, por el contrario, las que reducen lo múltiple a la unidad.Dicho interés por la Anatomía y la deformidad llevan a Olga a peregrinajes por exposiciones y Museos de Historia Natural, como apunta en Kunskammer:Mi peregrinación es siempre en pos de otro peregrino. En esta ocasión reconocí inmediatamente la tierna mano de Charlotte. En un tarro alargado, con tapa, que recordaba a una escultura, flotaba un pequeño feto con los ojos cerrados, suspendido de dos crines de caballo. Sus minúsculos pies tocaban lo que quedaba de la placenta, coloreada en rojo. Cubría el tarro una diminuta naturaleza muerta de los fondos marinos: todo se asociaba al mar, incluido el principal protagonista de esa representación: el feto. Provenimos todos del agua. Por eso Charlotte debió de adornar la tapa de pizarra con conchas, estrellas de mar, corales y esponjas, y el centro, para el disfrute del ojo, con un caballito de mar seco, un hippocampus. También me impresionó otro espécimen: gemelos siameses conservados en agua estigia y a su lado su esqueleto disecado. Qué demostración de economía de materiales: dos piezas de museo obtenidas de un mismo cuerpo duplicado.Presenta ciertas semejanzas la escritura de Tokarczuk con la de Sebald, ambos incluyen imágenes y mapas en los libros y narran de forma similar, pero se diferencian en los contenidos; Sebald fijaba su atención en la Arquitectura, en los objetos y la Historia y el tema del Holocausto.Algunos relatos se remontan en la Historia, como el dedicado al anatomista flamenco del siglo XVII, Philip Verheyen, que dio nombre al talón de Aquiles. Sufrió la amputación de una pierna y a raíz de los dolores experimentados en la falta del miembro, el desconocido por aquel tiempo, síndrome del dolor fantasma; dedicó su vida a analizar y diseccionar el miembro amputado.Al siglo XVIII pertenece el referido a Angelo Soliman, esclavo africano que con sus preceptores llegó a adquirir gran erudición en la corte vienesa. Para su desgracia éstos fallecieron y cuando murió él, el emperador Francisco I lo disecó y expuso en el Gabinete de Curiosidades.Recoge Olga unas supuestas cartas de súplica de la hija de Soliman al emperador Francisco I, para poder dar sepultura a su padre: Tanto yo como numerosos amigos de mi padre, que en paz descanse, que ya han escrito a Vuestra Majestad respecto a este asunto, os rogamos nos devolváis el cuerpo de mi padre y permitáis que le demos cristiana sepultura.Sobresalen algunos relatos largos secuenciales, como el referido a Kunicki, relato perturbador donde en unas vacaciones en una isla desaparecen su mujer y su hijo y reaparecen al cabo de varios días sin explicaciones, desestabilizando a Kunicki; como también el que da título al libro, donde Ánnushka madre de un hijo enfermo y un marido traumatizado y medio alcoholizado, aprovechando la ayuda de su suegra, descubrirá placer en el vaivén del metro y junto a una mujer indigente vagará por las calles demorando el regreso a casa. La mujer dirige a Ánnushka estas palabras: Muévete, no pares de moverte. Bienaventurado es quien camina.. Con una prosa intimista y lírica, Tokarczuk entrega un libro pleno de digresiones filosóficas donde la errancia sin destino ni regreso, el permanente movimiento, las notas de hotel, de aeropuertos, de estaciones y embarques, junto a la cartografía del mundo y del cuerpo humano; encuentran su razón de ser.En el relato, El Corazón de Chopin, Olga narra los últimos momentos de Chopin y su deseo de ser enterrado en Varsovia. Su cuerpo fue enterrado en París, pero su hermana pudo depositar el corazón en la iglesia de Santa Cruz de Varsovia:Fryderyk siempre había repetido que quería ser enterrado en su tierra, y como sabía que no tardaría en morir, planeó cuidadosamente su muerte. Y su entierro.Editorial: Anagrama, Edición 2019 Colección: Panorama de Narrativas Crítica y música de Chopin en el blog: Enlace: https://www.offthehook.es/20..
La activista y escritora polaca Olga Tokarczuk (n. 1962), Premio Nobel 2018, era una desconocida para la mayoría de los lectores antes de ganar el celebérrimo premio sueco, a pesar de estar traducida a treinta idiomas y haber recibido el Man Booker International por la novela Los errantes (Anagrama). Su prestigio no traspasó la frontera polaca hasta el citado galardón. Feminista, militante en la izquierda ecologista y psicoterapeuta retirada que dio sus primeros pasos en la literatura con El viaje de la gente-libro (inédita en castellano), no probó las mieles del éxito en Polonia hasta su tercer libro Un lugar llamado antaño (Anagrama, 2020), que conforma junto a Los huesos de los muertos (Siruela, 2016) la tríada de libros disponibles en castellano. Mediante una estructura fragmentaria, la autora polaca nos habla, entre otros, de los avatares de Kunicki que perdió a su esposa e hijo en una isla croata, de una mujer que quiere reencontrarse con su primer amor, del doctor Blau y su encuentro con la viuda del profesor Mole con el fin de aprender sus innovadoras y envidiadas técnicas, anatomista este enlazado con la historia del grabador Philip Verheyen (descubridor del telón de Aquiles) y su pierna amputada. Son más de un centenar de textos breves, como el espléndido Harén (relato de Menchu), muchos de ellos vinculados y entretejidos por lo que no podemos hablar de mera acumulación. Si en Irkutsk-Moscú y en Drama y acción el lector se queda con ganas de más, Vendedores de nombres muestra una jocosidad aquietada, Movilidad es realidad resulta preciso en su reducida extensión y Los errantes con Ánnushka de protagonista evidencia una destreza narrativa para felicidad del lector; si Pureza de sangre posee un final rotundo, el de La mano di Constantino inquieta y perturba y el de Ballenas. Ahogarse en el aire contiene una ácida crítica sin tapujos. Algunos de los inicios de los textos son: Mi peregrinación es siempre en pos de otro peregrino, la historia de mis viajes es solo la de mis dolencias, borro de mis mapas todo lo que me hiere, hice mi primer viaje a través de los campos, a pie, cuando salgo de viaje desaparezco del mapa, un viejo conocido me ha dicho que no le gusta viajar solo y tiene la maleta hecha desde hace unos días, frases que bien podrían ser microrrelatos y que de igual modo definen el palpitar del volumen. Este es un libro conformado por una prosa híbrida entre el mosaico y el puzle o, como la propia autora ha definido su obra, una novela de constelaciones con dosis de certera reflexión, de exhortación contra el abuso de poder (entre otros) y sin tentaciones manieristas. Entre la sugestión y el entusiasmo, la novelista polaca recrea la vida y la presenta como una verdad creíble, rica en estímulos emotivos y esterilizada por una capacidad creativa sensible y valiosa. La autora se aleja de la narrativa que se enroca en el yo, tan frecuente últimamente, y apuesta claramente por el poder de la fantasía, la evocadora fuerza de la imaginación. Para el francés Émile Zola, el novelista está formado por un observador y un experimentador y Tokarczuk lo es, porque ella arriesga y se aleja de lo convencional con acierto al mezclar la lucidez de la prosa elaborada y brillante con el deslumbramiento pirotécnico sin que el segundo llegue a cegar a la primera. La vida como un viaje para lograr una experiencia más o menos indemne con la que llenar un vacío y saborear el siempre peculiar trago de la existencia, porque este viaje no es solo a diversos lugares más o menos variopintos, sino al interior de unos peculiares personajes convertidos en nómadas. Una buena lectura que hay que paladear.

Comentarios de lectores del libro Los errantes

Extraño, sutil, bello, emotivo y hasta perturbador. Los relatos de esta obra al comienzo me confundieron, con el pasar de las páginas me fui adaptando a la gran narrativa de Olga, haciéndome sentir como un errante de su destreza literaria.

Autor del comentario: HIPNOS
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Un libro en movimiento, problemático y que se resiste a ser definido con facilidad. Formado por un conjunto de textos muy dispares en cuanto a extensión, desde pequeñas frases, apuntes, relatos de ficción completos, pasando por fragmentos de un ensayo o de un diario de viaje. Parece haber cierta conexión y progresión según avanza, pero uno acaba perdiéndose entre sus páginas y la experiencia de su lectura es comparable a un trayecto donde el paisaje transcurre veloz tras el cristal de la ventana, algo mareante, sin tiempo para detenerse y apreciar como se debe las numerosas imágenes que contemplamos. Libro donde no importan principios o finales, compuesto de intuiciones antes que de teorías acabadas o ideas centrales, que más bien parece rechazar todo concepto estable y establecido. Como lector, me he sentido un “errante” más, he encontrado partes cautivadoras y muy sugerentes, otras menos interesantes, o incluso algunas que dudo haber entendido del todo… cada persona que lea el libro obtendrá, imagino, un libro, una lectura suya propia.Se distinguen dos ejes temáticos principales. El primero sería el del viaje, un estado de cambio continuo que echa por tierra toda verdad, toda posibilidad de reducir, encasillar o acotar, y que revela paradójicamente que la verdad más profunda de las cosas es lo inestable, lo provisional, de tiempos y espacios que se desdibujan y relativizan en una torre de Babel sin inicio ni fin. Hay muchos aeropuertos, habitaciones de hotel, aviones, se habla de la “psicología del viaje” que permite ver el mundo con otros ojos, salir de la isla que somos para enfrentarnos a la alteridad.No importa tanto el destino, la procedencia, tampoco la llegada, ni las meras coordenadas, como la experiencia del viaje en sí mismo y cómo nos afecta. Hay mapas, presentes en la propia edición del texto, puntos de referencia o intentos de cartografiar la realidad, pero que acaban desbordando la simple utilidad de la representación para conformar constelaciones, ajenas a lo lineal, el orden y la razón, una realidad de líneas, poliedros y superficies. Estropeamos, por lo tanto, lo que podemos nombrar con claridad. El otro eje sería el cuerpo, que ocupa una presencia también obsesiva. Resulta ser el gran misterio, el compañero de viaje por antonomasia. Otro territorio de exploración y de conquista, de límites imprecisos y prácticamente un universo en sí mismo. Y más en concreto, se trata del cuerpo que se sale de lo normal, el que florece, se ramifica en malformaciones o anomalías, el enfermo, o preservado artificialmente mediante la técnica como en un amago de inmortalidad, y a menudo en dialéctica con su opuesta y complementaria, la mente o el alma. Aquí entrarían los filósofos, anatomistas y científicos del siglo XVII, el célebre caso de la “pierna fantasma” que sigue sintiéndose una vez perdida. El corazón de Chopin atravesando clandestinamente unas fronteras, las de Polonia, movedizas a lo largo de la historia. El pensamiento de Spinoza cual síntesis del libro, igual que lo es el relato homónimo, seguido de lo que sería todo un manifiesto contra ese poder burocrático, monárquico o del tipo que sea que en cada época tiraniza, somete y ordena los cuerpos bajo su poder.Somos como Kunicki, cuya mujer e hijo desaparecen y reaparecen sin explicación en una isla de Croacia; tenemos que aceptar de algún modo el misterio, si es que no nos volvemos locos. Kairós, el instante decisivo, en que se manifiesta el sentido o el sinsentido de todo. Es “Los errantes”, en fin, un cuerpo literario anómalo, una galería de curiosidades amorosamente conservadas. Una obra quimérica, que cuando menos invita a pensar hasta qué extremo es posible esta hazaña de abolir todos los esquemas que, con su escritura profundamente libre, se propone Olga Tokarczuk.

Autor del comentario: JACKNICHOLSON
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Extraño, sutil, bello, emotivo y hasta perturbador. Los relatos de esta obra al comienzo me confundieron, con el pasar de las páginas me fui adaptando a la gran narrativa de Olga, haciéndome sentir como un errante de su destreza literaria.

Autor del comentario: HIPNOS
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Un libro en movimiento, problemático y que se resiste a ser definido con facilidad. Formado por un conjunto de textos muy dispares en cuanto a extensión, desde pequeñas frases, apuntes, relatos de ficción completos, pasando por fragmentos de un ensayo o de un diario de viaje. Parece haber cierta conexión y progresión según avanza, pero uno acaba perdiéndose entre sus páginas y la experiencia de su lectura es comparable a un trayecto donde el paisaje transcurre veloz tras el cristal de la ventana, algo mareante, sin tiempo para detenerse y apreciar como se debe las numerosas imágenes que contemplamos. Libro donde no importan principios o finales, compuesto de intuiciones antes que de teorías acabadas o ideas centrales, que más bien parece rechazar todo concepto estable y establecido. Como lector, me he sentido un “errante” más, he encontrado partes cautivadoras y muy sugerentes, otras menos interesantes, o incluso algunas que dudo haber entendido del todo… cada persona que lea el libro obtendrá, imagino, un libro, una lectura suya propia.Se distinguen dos ejes temáticos principales. El primero sería el del viaje, un estado de cambio continuo que echa por tierra toda verdad, toda posibilidad de reducir, encasillar o acotar, y que revela paradójicamente que la verdad más profunda de las cosas es lo inestable, lo provisional, de tiempos y espacios que se desdibujan y relativizan en una torre de Babel sin inicio ni fin. Hay muchos aeropuertos, habitaciones de hotel, aviones, se habla de la “psicología del viaje” que permite ver el mundo con otros ojos, salir de la isla que somos para enfrentarnos a la alteridad.No importa tanto el destino, la procedencia, tampoco la llegada, ni las meras coordenadas, como la experiencia del viaje en sí mismo y cómo nos afecta. Hay mapas, presentes en la propia edición del texto, puntos de referencia o intentos de cartografiar la realidad, pero que acaban desbordando la simple utilidad de la representación para conformar constelaciones, ajenas a lo lineal, el orden y la razón, una realidad de líneas, poliedros y superficies. Estropeamos, por lo tanto, lo que podemos nombrar con claridad. El otro eje sería el cuerpo, que ocupa una presencia también obsesiva. Resulta ser el gran misterio, el compañero de viaje por antonomasia. Otro territorio de exploración y de conquista, de límites imprecisos y prácticamente un universo en sí mismo. Y más en concreto, se trata del cuerpo que se sale de lo normal, el que florece, se ramifica en malformaciones o anomalías, el enfermo, o preservado artificialmente mediante la técnica como en un amago de inmortalidad, y a menudo en dialéctica con su opuesta y complementaria, la mente o el alma. Aquí entrarían los filósofos, anatomistas y científicos del siglo XVII, el célebre caso de la “pierna fantasma” que sigue sintiéndose una vez perdida. El corazón de Chopin atravesando clandestinamente unas fronteras, las de Polonia, movedizas a lo largo de la historia. El pensamiento de Spinoza cual síntesis del libro, igual que lo es el relato homónimo, seguido de lo que sería todo un manifiesto contra ese poder burocrático, monárquico o del tipo que sea que en cada época tiraniza, somete y ordena los cuerpos bajo su poder.Somos como Kunicki, cuya mujer e hijo desaparecen y reaparecen sin explicación en una isla de Croacia; tenemos que aceptar de algún modo el misterio, si es que no nos volvemos locos. Kairós, el instante decisivo, en que se manifiesta el sentido o el sinsentido de todo. Es “Los errantes”, en fin, un cuerpo literario anómalo, una galería de curiosidades amorosamente conservadas. Una obra quimérica, que cuando menos invita a pensar hasta qué extremo es posible esta hazaña de abolir todos los esquemas que, con su escritura profundamente libre, se propone Olga Tokarczuk.

Autor del comentario: JACKNICHOLSON
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