El capote de Nikolái Gógol
de
Nikolái Gógol
- Género:
Drama
Sinopsis
El capote, escrito por Nikolái Gógol entre los años 1839 y 1841, y publicado en 1842, nos presenta a uno de los más conmovedores personajes de la Literatura: Akakiy Akakievich Bashmachkin, un funcionario de la escala más baja de la administración civil, que se ve ultrajado por las injusticias sociales y la indiferencia egoÃsta de los fuertes y ricos, y cuyo destino es el de ser un «hombre insignificante».
Akakiy, para protegerse del gélido invierno de San Petersburgo, necesita un capote nuevo, pero cuando por fin lo consigue seguirá notando frÃo, el frÃo gélido que habita en los corazones de las personas que le rodean.
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Hay una iniciativa de la página @teconlibros cada bimestre te presenta dos autores Rusos, para que, en nuestra apretada agenda, le hagamos un campito a escritores, de los que tal vez, nunca hemos escuchado.
Este mes uno de los escritores es Nikolái Gógol, en este libro, en la sinopsis me encuentro que Akaki Akákievich, el personaje principal, sirvió de inspiración para nuestro querido Gregor Samsa de Franz Kafka. Me encanta la coincidencia cuando un escritor te recomienda otro.
El libro es un cuento, se centra en un funcionario que vive una vida rutinaria, pero placentera. Un hombre que no busca nada más que lo poco que ya tiene, no es un conformista, solo ama su vida tal y como está. de la casa a su trabajo, del trabajo a su casa, comer su comida en horarios estilo ritual. Trabajar como copista sin hacer más ni menos. PodrÃa ser la vida de muchos, aquellos que viven el diario sin pensar en lo pasado ni en el porvenir. Vivir con lo justo, lo llaman en Colombia, pero sin quejarse. En esta vida sencilla que lleva este hombre, un dÃa se ve en la necesidad de reemplazar su viejo y gastado capote una especie de abrigo o capa que lo protege del frÃo, dinero no tiene, formas de ganar dinero adicional, tampoco, pero sin está prenda su vida correrÃa peligro, hace de todo para lograr comprarlo y la felicidad, el instante de satisfacción con el que no soñaba, llega y siente que toda su vida cambia, se hace mejor tal vez, al menos asà cree por momentos, ahora son el y su nuevo capote y una nueva existencia se abre ante sus ojos, pero llega el giro del destino y el relato de un cuidadano común se convierte en un extraña leyenda urbana. La forma de escribir de este autor es curiosa, te habla a ti en forma directa como lector, te explica, te lleva de la mano. Te hacer creer que pareciera estar echándote el cuento en una tertulia o en una charla de amigos. El autor conversa contigo y tu te vuelves el más alegre oyente. El libro tiene voz y en lo personal, me gusta cuando es asÃ.
El cuento cómo género es de mis preferidos asà que no puedo ser muy objetiva, pero es un cuento sencillo, con una historia que podrÃa sucederle a cualquier persona de tu barrio.
El Capote se trata de un relato ruso escrito entre 1839 y 1841 en el que se cuenta la vida Akakiy Akakievich Bashmachkin, un hombre con una vida particularmente aburrida que trabaja como funcionario público copiando documentos. Habiendo llegado el invierno en San Petersburgo, y sin posibilidad de salvar su abrigo, deberá gastar hasta su último rublo en uno nuevo para poder sobrevivir al frÃo.Siempre estoy a la búsqueda de nuevas historias, conocidas o no tanto, en esta ocasión captó mi atención porque en la presentación de la traducción por Irene Tchernova menciona: es uno de los mejores cuentos de todos los tiempos (?) para quienes se reconozcan como aspirantes a cuentistas. Me picó la curiosidad, y me lo descargué instantáneamente, pensando qué tenÃa de especial.La trama es sumamente sencilla de un varón muy humilde de unos cincuenta años con un trabajo monótono que deberá ajustar sus finanzas para adquirir un tapado porque el que lleva parece más una bata, con el cuello, la espalda y los hombros gastados, motivo de burla de sus compañeros laborales. Decide llevárselo al sastre para ver si existe posibilidades de utilizarlo por una temporada más, Petrovich le contesta rotundamente con un no, seguido de sugerirle de confeccionarle uno nuevo por ciento cincuenta rublos, siendo que su sueldo anual son cuatrocientos rublos.Una vez que decide llevar a cabo la empresa, el lector se ve embargado por un aire fresco que también ronda alrededor del protagonista, volviéndolo más enérgico, esfumando la vacilación e indecisión de su semblante, atreviéndose a pensamientos audaces.No solamente lo estaba leyendo sino podÃa verlo mientras conversaba acerca de los forros y la piel de la prenda a confeccionar o cuando esperaba al anochecer para pre-sentarse en la fiesta con su nuevo abrigo, el cual crea admiración por quienes antes se jactaban de él.A partir del hurto del abrigo, el ritmo se acelera y da un giro hacia lo fantástico. Este cuento no solo se trata de la pérdida de un capote sino del menosprecio de vidas por parte de la sociedad aburguesada, creÃda en un pedestal con su conciencia moral y sus supuestos buenos modales. Lo especial no es la historia en sà sino a dónde te lleva.Se insiste en la figura de un narrador en tercera persona omnisciente que debe hablar de esto o caracterizar lo otro de manera repetitiva, lo que se me presentó algo molesto.Faltando unas pocas páginas para terminar, Gogol al realismo le adiciona trazos fantásticos, incluso góticos, resultando áspera la transición de estilos a causa de la falta de desarrollo.Recomendado como lectura ligera para conocer un poco más de la literatura rusa.
Hace poco que he vuelto a leer a Nikolai Gogol, un autor que no leÃa desde mi adolescencia y la verdad que estoy gratamente sorprendida, no recordaba ese toque de humor en su narrativa y estoy encantada de haberle redescubierto.Este relato es considerado una de sus mejores obras, trata sobre un hombre anodino, un funcionario que hace copias de documentos a mano y su triste vida transcurre asà dÃa tras dÃa ya que no tiene más entretenimientos, sus compañeros se burlan de él hasta que un dÃa eso cambia, su capote está viejo y le confeccionan uno nuevo y le entonces le invitan a una fiesta....No os cuento más pero os animo a leerlo, verdaderamente merece la pena.
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Yani29 septiembre 2018Señalar este contenidoVer la página de la crÃtica
Cuando terminé de leer Taras Bulba me convertà en una especie de enemiga de Gógol. Como no soy rencorosa, quise acercarme a él mediante Diario de un loco y me cayó bien. Después de El capote lo empecé a querer. Gógol retrata la sociedad de San Petersburgo tomando como protagonista a Akaki Akákievich, un copista tÃmido, responsable, con dificultades para relacionarse con su entorno y propenso al nerviosismo. Los problemas van a empezar cuando el invierno le demuestra que su capote ya no le presenta ninguna resistencia y que, por ende, necesita una reparación. Si para Akaki Akákievich esto ya se convierte en un drama, imaginen cómo reacciona cuando el sastre le dice que no puede hacer nada por él, salvo confeccionarle uno nuevo. Esto es lo que desata el desarrollo de todo lo que sucede después, asà que supongo que es suficiente como argumento. La historia es interesante, no aburre y, si bien el final está marcado desde antes, el efecto sorpresa no se pierde. Suena extraño, pero al menos yo lo sentà asÃ. Apenas uno abre el libro, se encuentra con un narrador atÃpico: esconde información, critica directamente la crueldad y la hipocresÃa de la sociedad (más de los sectores altos que de los bajos), se autoimpone la estructura del relato, anuncia los giros, se burla de los personajes? Es básicamente humorÃstico pero arranca una risa forzada, como el de Diario de un loco . A medida que avanza contándonos las desventuras de Akaki Akákievich, deja de causar gracia, porque Gógol señala a todos con el dedo y eso es difÃcil de ignorar. La negligencia de los personajes que, por ser más fuertes, deberÃan ayudar al más débil resulta exasperante. PodrÃa pasarme la vida entera hablando de este cuento. Y Gógol me demostró lo equivocada que estuve al excluirlo de la lista de autores favoritos todo este tiempo ¿Otro dato innecesario que me gustarÃa compartir? Me enteré de que el epitafio de su tumba dice se reirán de mis amargas palabras. TenÃa razón.