Hay novelas que simplemente lees y otras en las que te sumerges. Algo en lo que creer de Nickolas Butler pertenece al segundo grupo.Conecté con la forma de escribir de su autor desde la primera página y tampoco me hicieron falta mas para que la relación de Lyle con su nieto Isaac me enterneciera. Y es que Lyle es uno de los personajes por los que mas cariño he sentido este año lector. Ese delicado equilibrio que debe guardar entre lo que cree, lo que querría hacer y lo que debe hacer para no perder completamente a su nieto es desgarrador. Por suerte no esta solo. Peg, su mujer, es maravillosa y menos testaruda y ambos tienen un grupo de amigos del que desearías formar parte. de los que siempre están ahí; también, para contarte lo que no quieres oír.Algo en lo que creer es una historia de padres e hijos, de amigos.... de amor. Un amor que sigue ahí cuando la hija del matrimonio, influenciada por el pastor Steven, hace de la religión su vida anteponiéndola a la salud de su hijo. Y es que la historia, como el propio autor agrega a modo de nota, está inspirada en un hecho real: el de una niña que murió a los once años por una complicación derivada de una diabetes no tratada, mientras sus padres rezaban en lugar de llevarla al hospital.Mas allá de que la historia esta deliciosamente contada, creo que hay en ella una obligada reflexión sobre las religiones y el poder que en nombre de estas se ejerce, cosa que creo nunca está de mas.Cortito, con una prosa fluida, unos personajes que enamoran y un trasfondo necesario. Creo que no hace falta que diga que me ha gustado mucho.
El autor nos habla, sobre todo, de la importancia de los vínculos (familia, amigos), de tener fe en algo, de creer en algo (de ahí el título del libro), no necesariamente de tipo religioso aunque eso puede ayudar. Entiendo que puede ser cualquier creencia (o actividad) que nos ayude a sostenernos en la vida, a superar las inevitables pérdidas y frustraciones que tarde o temprano nos sobrevienen a todos y, finalmente, a afrontar el último paso que es la muerte: unos lo llamarán fe en Dios o en algún poder superior, otros pensamiento positivo, etc. etc.
Nos advierte asimismo de las graves consecuencias que pueden tener los fanatismos y mentiras en los vínculos humanos, muy concretamente en el seno de la propia familia que puede volverse tóxica cuando sus miembros sufren desequilibrios mentales considerables. Y de cómo esto puede afectar seriamente a los más vulnerables: los niños, con secuelas (físicas o psicológicas) que pueden ser para toda su vida. Y de cuánta desprotección hay también, en este aspecto, por parte de una sociedad que no quiere involucrarse demasiado en ese tema tabú: la libertad (puertas adentro) de la manera en que los padres pueden ejercer su paternidad, aunque estos criterios sean contrarios a los derechos humanos más básicos.
Nos habla también de los ciclos vitales (estaciones del año y etapas por las que pasamos todos los seres vivos), etc. Y todo ello, con una mirada amorosa, llena de humanidad y que, al igual que su protagonista, Lyle (con el que me he sentido muy identificado), intenta ser lo más imparcial posible.
En resumen, una obra recomendable al 100 %.
Lyle es un buen hombre. Lleva dos años jubilado y, tras más de una treintena de años trabajando en una pequeña tienda de venta y reparación de electrodomésticos, la oferta de un vecino para echarle una mano en un pequeño huerto de manzanos, le ha devuelto cierto sentido a su vida. Y no porque no se lleve bien con Peg, su mujer, con la que mantiene una excelente relación y ese cariño tan especial que se profesan quienes consiguen superar muchas adversidades juntos y convertirse en el pilar al que asirse si las fuerzas de alguno flaquean. La pareja vive en Redford, una pequeña localidad de Wisconsin, donde llevan una vida apacible, especialmente desde que su única hija, Shiloh, que es madre soltera, tras una adolescencia rebelde, ha vuelto a casa con su Isaac, su hijo de cinco años. El pequeño Isaac ha inundado de alegría el hogar de esta familia luterana, pero las prácticas religiosas de la joven se han tornado cada día más feroces, sobre todo tras su reciente relación con un pastor evangélico. Peg y Lyle deben mover muy bien los hilos si no quieren perder de nuevo a su hija.Cuánta belleza y delicadeza encierra Butler en su narración. Es realmente deliciosa su forma de contar los hechos: de forma cadenciosa, casi como el paso de las estaciones en que se divide esta novela que abarca un periodo temporal de un año. Una historia de las de paladear y en la que el ritmo queda en un segundo plano para disfrutar de la grandeza de unos personajes realmente brutales: gente bondadosa, con vidas cotidianas, ese tipo de personas que parece en extinción, de las que se conocen desde hace tanto que son familia y que te calan tan hondo que hacen de esta una historia entrañable. A medida que te adentras en la historia más los quieres y no sabría expresar con palabras si me ha conmovido más la franqueza y las dudas de Lyle, el valor de Hoot o el cariño y tacto de Peg entre otros tantos. El autor recrea con absoluta precisión el paisaje, las rutinas y el ritmo de vida en un pequeño pueblecito del medio Oeste americano. Ese cultivo de manzanos y el amor por la naturaleza que se detallan en algún capítulo me ha traído ecos de la voz de los árboles, de Tracy Chevalier.La amistad verdadera, la que no conoce límites y en la que las personas se dan por entero sin ningún tipo de reservas, el amor maduro, la superación personal, la importancia de la fe, no solo en lo que a la religión se refiere sino en un sentido general, así como el difícil equilibrio de las relaciones paterno filiales se dan la mano en una historia de personajes que viven el otoño de sus vidas y que es realmente conmovedora. Ojalá pudiera convenceros para leerla. Es una perla preciosa y, como curiosidad, está parcialmente basada en unos hechos ocurridos en Weston (Wisconsin) en 2008. Yo voy a repetir con Butler, voy a repetir con todo lo que encuentre de él.
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Comentarios de lectores del libro Algo en lo que creer
Al parecer esta novela está basada en hechos reales, lo que le da una mayor credibilidad. Con una prosa sencilla y elegante, Butler aborda el tema de la curación por la fe en un pequeño pueblo de Wisconsin. El libro transcurre con una tranquila cadencia, sin sobresaltos. Sorprende que el protagonista, Lyle, irradie tanta bondad, pero en general casi todos los personajes están dotados de grandes valores, como son el amor, el sentido del humor y la lealtad. Fanatismo religioso y relaciones familiares se mezclan en este libro que he disfrutado mucho. Literatura de nivel.
Autor del comentario: MAIFERTA
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El autor nos habla, sobre todo, de la importancia de los vínculos (familia, amigos), de tener fe en algo, de creer en algo (de ahí el título del libro), no necesariamente de tipo religioso aunque eso puede ayudar. Entiendo que puede ser cualquier creencia (o actividad) que nos ayude a sostenernos en la vida, a superar las inevitables pérdidas y frustraciones que tarde o temprano nos sobrevienen a todos y, finalmente, a afrontar el último paso que es la muerte: unos lo llamarán fe en Dios o en algún poder superior, otros pensamiento positivo, etc.Nos advierte asimismo de las graves consecuencias que pueden tener los fanatismos y mentiras en los vínculos humanos, muy concretamente en el seno de la propia familia que puede volverse tóxica cuando sus miembros sufren desequilibrios mentales considerables. Y de cómo esto puede afectar seriamente a los más vulnerables: los niños, con secuelas (físicas o psicológicas) que pueden ser para toda su vida. Y de cuánta desprotección hay también, en este aspecto, por parte de una sociedad que no quiere involucrarse demasiado en ese tema tabú: la libertad (puertas adentro) de la manera en que los padres pueden ejercer su paternidad, aunque estos criterios sean contrarios a los derechos humanos más básicos.Nos habla también de los ciclos vitales (estaciones del año y etapas por las que pasamos todos los seres vivos), etc. Y todo ello, con una mirada amorosa, llena de humanidad y que, al igual que su protagonista, Lyle (con el que me he sentido muy identificado), intenta ser lo más imparcial posible.En resumen, una obra recomendable al 100 %.
Autor del comentario: JOSEP5
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