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Cuando Franco y María Grazia murieron, dejaron solos a Anna, de 9 años, y a Astor, de cuatro. Anna, como toda hermana mayor, tendrá que hacerse responsable de su hermano, y de muchas cosas que antes nunca había imaginado, y todo en el medio de un caos provocado, justamente, por una pandemia. Solo contará con la ayuda del cuaderno de las cosas importantes que le dejó su madre con una serie de indicaciones que ayudarán a estos pequeños hermanos a hacer frente a la vida y a los peligros.Cuando comencé este libro, me esperaba algo más similar al Señor de las moscas -uno de mis libros preferidos- pero apocalíptico, nada podía fallar; sin embargo falló, y bastante...La roja es una epidemia, una enfermedad que se lleva sólo a los adultos pero no a los niños, quienes recién comienzan a verse afectados al llegar a la pubertad, curioso es que las mujeres se enfermen cuando empiezan a menstruar, ya de por sí esa analogía no me gustó. Además, no hay una trama marcada, se trata de sobrevivir en un mundo caótico, por niños, algunos de ellos que ni siquiera han sido educados, socializados, ni saben leer ni nada, la visión de los niños es algo que siempre disfruto, pero muchos comportamientos o frases utilizadas por el autor no son propias de niños; puede ser una mala traducción, no lo sé, pero muchas expresiones las he leído en niños víctimas de delitos, no en menores con una infancia normal más allá que se vean sorprendidos por una epidemia, eso no me gustó. ...la chiquilla comprendió que la vida no es sino una serie de esperas. A veces tan breves que uno apenas se da cuenta, otras tan largas que parecen infinitas, pero, con o sin paciencia, todas tienen un fin. El mundo desolado por la peste está muy bien descripto, y es lo que más se aprecia, sin embargo, por lo menos para mí, no hubo algo que me incitara a seguir leyendo, no hay una historia, no hay una búsqueda de una cura o una historia atrapante o lo que sea, son 192 páginas, que normalmente leería en una sentada, que casi me llevan una semana terminar, simplemente no me enganchaba, no me daban ganas de seguir leyéndolo. A su vez, me quedaron muchísimos interrogantes sin respuesta, por lo que no puedo darle más que 2/5&#xNaN;, es una decepción porque esperaba muchísimo más de esta historia. La vida no nos pertenece, nos atraviesa. Su vida era la misma que impulsa a una cucaracha a moverse con dos patas cuando la han aplastado, la misma que hace huir a una serpiente de los golpes de la azada, con las tripas fuera. Anna, en su inconsciencia, intuía que todos los seres de este planeta, desde los caracoles hasta las golondrinas, pasando por los humanos, tienen el deber de vivir. Es nuestro cometido, es lo que han escrito en nuestra carne. Hay que seguir adelante, sin mirar atrás, porque nos impregna una energía que no podemos controlar, y aunque estemos desesperados, mutilados, ciegos, seguimos alimentándonos, durmiendo, nadando para que no nos engulla el remolino.