Sinopsis

En esta novela conviven, por una parte, excusados, requisados, una calle abierta como res en canal —como si hubiera sido bombardeada desde abajo— y un grotesco consolador rosado y, por otra, un hombre cuyos juicios se basan en sus escasas lecturas de revistas y su abundante experiencia televisiva. La prohibición del uso de los sanitarios en toda una calle despierta, en la comunicad que la habita, bajezas innombrables y, en los siniestros burócratas del Ministerio de Obras Públicas, las más crueles formas. Ésta es una narración de excelente factura, bien graduada, donde el tono —serio, angustiado— y el estilo —llano, austero— contrastan con el tema. Obras sanitarias se presenta así como la feliz revelación de una literatura nueva en nuestro medio, una literatura sin pretensiones desmedidas, una literatura sin más, eficaz, kafkiana.