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Me adentre Cosas Vivas sin leer la sinopsis. Una estrategia adoptada tras el desencuentro en varias de mis últimas lecturas entre lo vendido y lo leído y que ha resultado especialmente acertada con esta novela, la primera de Munir Hachemi, ¡la primera!Cosas vivas narra, a priori, las peripecias de cuatro jóvenes españoles que viajan en coche al sur de Francia durante el verano para ganar dinero en la vendimia, pero que terminan trabajando como temporeros en empresas biotecnológicas. Esa premisa bien podría ser el comienzo de una road movie o una historia disfrutona cualquiera y, sin embargo, la historia es todo menos disfrutona para sus protagonistas. Y esa fue una de las primeras cosas que me gustó de Cosas Vivas: no reconocer el lugar al que pensaba que me llevaría la novela.Durante las primeras páginas la ingenuidad inicial de los cuatro protagonistas me resultó muy refrescante y compensó las reiteradas explicaciones del escritor y protagonista -Munir Hachemi- sobre cómo iba a enfrentarse a esta novela. Reconozco que la primera vez en la que expone su compromiso de escribir la historia como realmente ocurrió, sin artificios, compartiendo incluso algunos ejemplos para ilustrarlo, me ganó. La reiteración, sin embargo, me pareció innecesaria.Dejando atrás esas primeras páginas la historia gana cuerpo. La realidad amenazante con la que se dan de bruces en Francia obliga a nuestros protagonistas a reaccionar y a nosotros, como lectores, a reflexionar sobre esta sociedad de consumo de la que somos parte, haciéndonos conscientes de lo que muchas veces tratamos de ignorar por comodidad. No voy a desvelar qué trabajos se ven obligados a realizar los chicos, pero si que lo hacen a través de empresas de contratación dudosas, con condiciones precarias que los obligan a malvivir y al servicio de esas grandes empresas biotecnológicas que explotan el mundo agrario. Y de como estos trabajos tiene consecuencias en su vida y les roban esa ingenuidad inicial.Cosas Vivas es una novela que invita a la reflexión. Reflexión no solo sobre la industria agroalimentaria o la precariedad, también sobre la idea de plasmar la realidad sin permitir que la literatura se entrometa.