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DON JUAN O EL FESTÍN DE PIEDRA de Molière...te aconsejo entre nos, que veas en Don Juan, mi amo, al mayor malvado que haya pisado nunca la tierra, un empedernido rabioso, un perro, un diablo, un turco, un hereje, que no cree ni en Cielo, ni en sanot, ni en Dios, ni en fantasma alguno...Es el primer Don Juan que leo, me falta leer la versión de Tirso de Molina, José Zorrilla y la de Lord Byron que me trae bien entusiasmado pues es más un poema épico.Esta versión de Molière me gustó mucho, más que por las bromas en sí (creo que con el Avaro me reí más) por la trama y por la caracterización de Don Juan. Éste es un hidalgo español muy lujurioso, mentiroso y hereje, que va por la vida tratando de conquistar a las mujeres por las cuales siente una atracción, sin escatimar medios o engaños. No cree en Dios (lo que en la época era un pecado terrible) y muchas veces cae en la blasfemia, tiene una autosuficiencia sin par por la cual eso le da poder de convencimiento pero también en cierto grado valentía.La obra empieza cuando Don Juan escapa de una de sus esposas, Doña Elvira, y queda rápidamente prendado por otras mujeres pues como él dice, no puede evitar sentir atracción hacia lo bello y eso es la causa de su inconstancia. Lo acompaña en sus aventuras su séquito del cual el más importante es Sganarelle. Este personaje concentra mucho de las risas pues debe ayudar a Don Juan muchas veces con la mentira pero por otro lado es muy beato y le cuesta eso. Trata siempre además de ayudar a su señor del mal camino.El final es todo un clásico y da título a la obra. En realidad me sorprendió ver destellos de virtud y sobre todo caballerosidad en Don Juan. Así mismo tiene un gran porcentaje de crítica social, eso lamentablemente por momentos no me gustó pues se nota a mi parecer demasiado al autor en la obra, muchos parlamentos son antireligiosos lo que lo hace más escandaloso y por ello fue censurado repetidas ocasiones en los tiempos de Molière. La diversidad de situaciones tanto cómicas como dramáticas también fueron de mi agrado.

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No hay obra de Molière que haya leído que no me haya gustado. Como en todas sus obras, la historia aquí sirve de excusa para desplegar una mordaz crítica social. Don Juan puede hacer lo que hace por su condición social, que le da impunidad de acción, junto con su poder de persuasión a través de la palabra y su capacidad de mentirle a la gente en la cara sin que se le mueva un pelo. Molière pone en boca del sirviente Sganarelle (interpretado por él mismo en el estreno) su crítica a una sociedad hipócrita, corrupta y abusiva. ¿Creéis que por ser de alcurnia, por tener una peluca rubia y bien rizada, unas plumas en vuestro chapeo, una casaca bien dorada y unas cintas de color de fuego (...) que sois por eso un hombre más hábil, que todo os está permitido, y que nadie debe atreverse a deciros las verdades? Sabed por mí, que soy vuestro criado, que el Cielo castigará tarde o temprano a los impíos; que una mala vida trae una mala muerte. El final también es una de las grandes genialidades de la literatura, pero no voy a spoilear 😉