Este es un diario sobre dÃas tristes y dÃas felices ?«La euforia y la felicidad absolutas están a un milÃmetro del ataque de pánico»?, escrito sin trampa ni cartón, sin falsos pudores, ni engolada pompa. Escrito siguiendo esta premisa: «Uno escribe solo ante el peligro, no hay otra manera honesta de hacerlo, el menor atisbo de autocomplacencia es una señal de cobardÃa. Escribes contra ti primero y luego contra todo el mundo. Te pones a ti mismo contra las cuerdas, es el trabajo más solitario del mundo, no te tienes ni a ti, te presentas completamente despojado, es peor que el amor».
En estas páginas asoman de tanto en tanto las mascarillas, pero sobre todo asoma la vida: los hijos, los amores, las clases de yoga, las visitas al psiquiatra, los encuentros fortuitos, los reencuentros, los paseos por el barrio, la escritura como una gimnasia diariaÂ… Y aparecen también la seducción y el paso del tiempo, las disquisiciones sobre la verdadera elegancia, Proust, las lecciones literarias y vitales de Chéjov, la emoción hasta las lágrimas ante la celebración de la vida del West Side Story de Spielberg o un divertidÃsimo listado de tipologÃas de lectores observados durante las largas sesiones de firmas en ferias. Y el amor, siempre el amor: «En el amor nada es una pérdida de tiempo, todo sirve, la experiencia más banal, más absurda, más ridÃcula, más humillante, más dolorosa, sirve, nada cae nunca en saco roto. Es imposible perder el tiempo con el amor, enamorarse ?aunque solo sea durante dos dÃas, aunque sea tontamente, aunque sea por despecho o por aburrimiento o por curiosidad? sirve siempre precisamente para lo contrario, para ganar tiempo».