Muchos de los lectores de Houllebecq tienden siempre a identificar al autor francés con los protagonistas de sus novelas y en este caso tampoco hacen una excepción.
En Serotonina nos encontramos con un agrónomo de 46 años que lo odia todo, odia hasta su propio nombre, Florent-Claude Labrouste. Es un personaje huraño, cÃnico, egoÃsta, misógino. Un resentido lleno de prejuicios que consume antidepresivos para intentar sobrellevar sus frustraciones sentimentales y profesionales.
Y con todo, Labrouste está obsesionado con el sexo oral, no juzga la pedofilia, la prostitución ni las drogas. Es en definitiva un personaje amoral, ¿prototipo del individuo capitalista occidental?, adormecido por los sedantes, corrompido por la globalización y sus burócratas, que cree que anular el deseo es su única vÃa de salvación y acaba dándose de bruces con la realidad de que la sociedad ha llegado a un punto de desencuentro entre los hombres y las mujeres sin retorno, sin esperanza, de la misma manera que augura el fin de Europa y de la socialdemocracia. Pero, ¿de quién es la culpa? ¿de una sociedad que crea individuos con mentalidades como Labrouste? Esa nostalgia, ese romanticismo que a menudo destila el personaje, por el pasado, por lo tradicional, no es más que una trampa sin salida.
¿Pretende Houllebecq una vez más ser disruptivo, polémico, transgresor cuando en realidad es un conservador? Muchos afirman que Serotonina es la más floja de sus novelas, que se repite constantemente, que es una muestra de su decadencia. Tal vez. Pero quizá solo intenta una y otra vez hacernos reflexionar acerca de lo mismo porque no hay manera de que reaccionemos?
Afirma Labrouste que el amor es la única panacea para sobrellevar la existencia en un mundo abocado a la autodestrucción. Pero ¿qué entiende un personaje como Labrouste por amor? Cree tener claro que lo que significa amor para los hombres no es lo mismo que para las mujeres. Define el amor como una especie de sueño, como un juego de conjunciones y cruzamientos que consigue transformar la existencia en momentos soportables? Y consume un medicamento que provoca la ausencia del deseo para conseguir aumentar los niveles de serotonina en su cuerpo, es decir, para conseguir aumentar su propia autoestima. Si no se ama asà mismo, si su desequilibrio emocional a la hora de relacionarse con las mujeres le han conducido siempre al fracaso ¿es posible aún para él y para la sociedad encontrar un punto de encuentro con retorno?
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Serotonina es un libro que no deseaba leer, pero sucumbà a la solicitación de un amigo que aseguraba que este libro me gustarÃa, que estaba bien escrito y que era interesante.Este invierno và la pelÃcula de Guillaume Nicloux Thalasso con el par inefable Depardieu / Houellebecq, y, encontrando que los propósitos intercambiados por el dúo eran maliciosos y con cierto sentido común, me decidà a leer Serotonina.Craso error. No me gustó. No encontré que estaba bien escrito (mucho diálogo coloquial, ningún estilo). Reconozco que por momentos, el autor dice cosas interesantes sobre la sociedad y sobre sus congéneres con un estilo agudo y muy negativo/ malévolo y con una visión estéreoscópica de la sociedad actual. La prosa en el libro actúa como un « flujo de consciencia » donde el autor plasma sobre el papel todo lo que le pasa por el magÃn; es posible que el éxito de este autor viene en parte del hecho que escribe cosas que muchos piensan sotto voce. Pero el conjunto me pareció vulgar, especialmente con las cosas del sexo, además que impera la forma más fehaciente de misoginia (latente y patente).El libro narra la historia de un cincuentón depresivo, ingeniero agrónomo, que decide esfumarse para escapar a una relación tóxica con una japonesa y a un empleo desalentador en el Ministerio de la Agricultura.
El cincuentón considera que su vida está acabada y quisiera « programar » su salida de este valle de lágrimas. No hay ni un vislumbre de pensamiento positivo, existe una auto-compasión permanente y una felicidad que él mide únicamente con el uso de su apéndice masculino. El tipo es incapaz de tener una relación normal con una mujer porque no es capaz de mirar más allá de su triste ombligo.Serotonina es el tÃtulo del libro con respecto a la depresión bajo fármacos del personaje; la serotonina, un neurotransmisor que juega un rol en la depresión del tipo.Existe probablemente bastante auto-ficción en el libro, pero el juego inquisidor no me interesa. No me interesan las historias tan negativas sin ninguna esperanza, sin esa sana lucha cotidiana de cada uno por sobrevivir.
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Maravilloso, el regreso del genio. AsÃ, sin tapujos. Esta es la mejor versión de Houellebecq, aunque escandalice a tantos, y es que ciertamente es eso: cuanto más nivel de indignación y de ofensa, cuantos más haters, más grandeza ha conseguido el francés. Porque el mayor logro de Houellebecq es retratar el sentimiento más o menos interiorizado de una gran parte de sociedad, no toda, vale, pero sà mucha, eso es innegable. Todo lo que se esconde tras lo polÃticamente correcto, lo que no nos atrevemos a reconocer, la mierda de sociedad en la que nos ha convertido este sistema económico, el egoÃsmo del ser llevado a la máxima expresión. Cuántos disfrutarán este libro y luego dirán lo contrario. Cuántos se sentirán incómodos por la realidad que retrata el autor, que reconocerán en fuero interno y luego excusarán hablando de la degeneración y la morbosidad gratuita del francés. Y es que entre lÃneas subyace ese retrato del animal que vive dentro del ser humano, el retrato de una sociedad caduca, abocada a conformarse con la mentira, con el tedio y el odio alimentado dÃa a dÃa por unos cuantos, todo a cambio de unas pocas migajas.
Y esta es la realidad que Houellebecq, el gran empatador, el gran embaucador, te sirve en bandeja. Tú lo tomas, tú lo dejas.
Comentarios de lectores del libro Serotonina
Lejos del mejor Houellebecq, pero lejÃsimos de su peor versión (la posibilidad de una isla como paradigma). El personaje sigue pareciendo el mismo de siempre, un alter ego de la imagen pública del autor: depresivo, desesperanzado y obsesionado con la oralidad sexual. La trama comienza un tanto anárquica (elogio al Franquismo incluido) pero coge vuelo con la revuelta agrÃcola, donde es justo reconocer al autor su mérito premonitorio sobre la realidad actual (los chalecos amarillos). La sensación es que con sus últimas novelas comenzamos a contentarnos con los términos medios, en una democratización, creo positiva, del fenómeno Houellebecq
Autor del comentario: IRIRIOJA
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Houellebecq se cansa de si mismo en este libro, esperaremos al próximo.
Autor del comentario: SOPADEGANSO
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Muchos de los lectores de Houllebecq tienden siempre a identificar al autor francés con los protagonistas de sus novelas y en este caso tampoco hacen una excepción.En Serotonina nos encontramos con un agrónomo de 46 años que lo odia todo, odia hasta su propio nombre, Florent-Claude Labrouste. Es un personaje huraño, cÃnico, egoÃsta, misógino. Un resentido lleno de prejuicios que consume antidepresivos para intentar sobrellevar sus frustraciones sentimentales y profesionales.Y con todo, Labrouste está obsesionado con el sexo oral, no juzga la pedofilia, la prostitución ni las drogas. Es en definitiva un personaje amoral, ¿prototipo del individuo capitalista occidental?, adormecido por los sedantes, corrompido por la globalización y sus burócratas, que cree que anular el deseo es su única vÃa de salvación y acaba dándose de bruces con la realidad de que la sociedad ha llegado a un punto de desencuentro entre los hombres y las mujeres sin retorno, sin esperanza, de la misma manera que augura el fin de Europa y de la socialdemocracia. Pero, ¿de quién es la culpa? ¿de una sociedad que crea individuos con mentalidades como Labrouste? Esa nostalgia, ese romanticismo que a menudo destila el personaje, por el pasado, por lo tradicional, no es más que una trampa sin salida.¿Pretende Houllebecq una vez más ser disruptivo, polémico, transgresor cuando en realidad es un conservador? Muchos afirman que Serotonina es la más floja de sus novelas, que se repite constantemente, que es una muestra de su decadencia. Tal vez. Pero quizá solo intenta una y otra vez hacernos reflexionar acerca de lo mismo porque no hay manera de que reaccionemosÂ…Afirma Labrouste que el amor es la única panacea para sobrellevar la existencia en un mundo abocado a la autodestrucción. Pero ¿qué entiende un personaje como Labrouste por amor? Cree tener claro que lo que significa amor para los hombres no es lo mismo que para las mujeres. Define el amor como una especie de sueño, como un juego de conjunciones y cruzamientos que consigue transformar la existencia en momentos soportablesÂ… Y consume un medicamento que provoca la ausencia del deseo para conseguir aumentar los niveles de serotonina en su cuerpo, es decir, para conseguir aumentar su propia autoestima. Si no se ama asà mismo, si su desequilibrio emocional a la hora de relacionarse con las mujeres le han conducido siempre al fracaso ¿es posible aún para él y para la sociedad encontrar un punto de encuentro con retorno?
Autor del comentario: MAITEMATEOS
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Relato hastiado, pero menos, descarnado, pero menos, desesperado, pero menos, de un tipo que no ha encontrado su lugar en el mundo y que no sabe bien qué hacer con su vida. Ni encuentra salidas, ni acaba con ella. Bien escrita aunque, al final, me ha dejado un tanto frÃo
Autor del comentario: BI03358
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No es malo. El tema tratado es interesante. Las personas que necesitan de los antidepresivos para seguir el dÃa a dÃa, en este caso el de un hombre próximo a los cincuenta. Entre los cuatro mejores del autor.
Autor del comentario: QUIROSAN
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