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Lo leído anteriormente de Mercedes Pinto Maldonado me gustó mucho. Así que dudé de nuevo en leer algo más de ella, ya que guardaba buenos recuerdos de sus otras novelas, como maldita o cartas a una extraña. En este caso, en El fotógrafo de paisajes, me he encontrado algo muy diferente a los esperado, y con un final que no esperaba al leer la sinopsis. Cabe destacar que desde el principio el libro me ha enganchado. Está muy bien escrito y la autora sabe crear el aura de misterio justa alrededor de Gonzalo para que nos pique enseguida la curiosidad y no paremos de leer. Gonzalo tiene un don especial, algo que salvo su familia nadie sabe que posee, y que le ha llevado desde pequeño a buscar la soledad y a no tener amigos en los que confiar.Mercedes Pinto Maldonado nos descubre la historia personal de Gonzalo, de su vida y su don, de una manera muy curiosa: dentro de la propia historia, tenemos otra historia. Gonzalo le cuenta a Juanma, su único amigo, la historia del niño de las tres lunas. En tercera persona, y con nombres cambiados, lo narra como si de un cuento de fantasía de tratase. Pero Juanma pronto descubre que Víctor, el niño de las tres lunas, es realmente su amigo Gonzalo, y de esta manera se entera de su don. Esta historia, la vamos conociendo poco a poco, a la vez que descubrimos la actualidad de Gonzalo y Juanma, y la triste historia de sus vecinos y su hija e nieto desaparecidos misteriosamente. Esta parte, la actual, también me ha gustado mucho. Aunque en algunas partes me ha fallado la facilidad con que nuestros protagonistas manejan la situación, descubren datos importantes e investigan qué ocurrió con la niña desaparecida. Me ha chirriado algo, por que en la vida real, no sería posible, o al menos no de una manera tan rápida y fácil como aquí ocurre. Lo que sí que nos llama la atención en todo momento, es la manera de ver la vida de Gonzalo. Además de los sentimientos, las relaciones, el amor, la familia... La realidad de que, la sinceridad eterna es tan mala como el mentir, que el ocultar algo no quiere decir que sea malo, que en una relación es necesario que los sentimientos sean tuyos, que las ideas sean tuyas, y que compartas lo que quieres compartir, pero todo no, todo rompería la relación o la familia sin ninguna duda. Las sorpresas son necesarias, macerar las ideas antes de exponerlas, no hablar por hablar... realmente en este sentido, la novela nos da que pensar en todo momento. El final es lo que me ha dejado más fría. No me ha gustado del todo, y la idea que queda al acabarlo, me parece un poco irreal. No sé, me esperaba algo diferente, y ha sido como recibir un jarro de agua fría. Una pena, por que el resto de la novela me ha enganchado.