"—¿SabÃas queÂ… uno de los siete pecados capitalesÂ… es la lujuria? —pregunta Paulina jadeando sobre mi boca.Â
—¿Y vos sabÃas queÂ… otro pecadoÂ… es la gula? —replico mientras la recuesto en la cama y mi lengua se pierde entre sus piernas.Â
Ella las abre más y me ofrece sin reservas ese manjar.Â
—Eso está muy mal...Â
—Hay algo peor, cosa hermosa.Â
—¿Qué puede ser peor?Â
—Incesto —respondo con una sonrisa, mientras pienso que el cielo que tengo en mi boca, bien vale arder en el infierno..."Â
El infierno... El infierno se va a desatar cuando mi padre se entere de que Pau y yo estamos enamorados.Â
Es que siempre la verá como una niña.Â
Es que siente que la hija de Gaby, su mujer, es también suya.Â
Es que nos ve como hermanos, y nuestra relación para él será como un tabú.Â
En parte lo entiendo... Cuando me di cuenta de que lo que sentÃa por Paulina era más que un amor fraterno también me desesperé. Y asà como tiempo atrás no le perdÃa pisada, comencé a huirle como a la peste. Dejé de ir a su casa, me aislé del mundo a través de unos auriculares, me volteé a una compañera de clase... Hice de todo, pero no obtuve nada.Â
Ella ya se habÃa instalado en mi cabeza, en mi cuerpo, en mi corazón.Â
Siento cosas tan fuertes que soy capaz de todo con tal de tenerla, incluso enfrentar al temible Andrés Otero y a lo que se me ponga enfrente. No tengo opción, no hay vuelta atrás...Â
Porque Paulina Lens está tatuada en mi alma.