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Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez

de Mariana Enríquez - Género: Ficcion
libro gratis Los peligros de fumar en la cama

Sinopsis

Una niña desentierra en el jardín unos huesos que resultan no ser de un animal; la bucólica escena veraniega de unas chicas que se bañan en un paraje natural acaba convertida en un infierno de celos de inquietantes consecuencias; un mendigo despreciado siembra la desgracia en un barrio pudiente; Barcelona se transforma en un escenario perturbador, marcado por la culpa y del que es imposible escapar; una presencia fantasmal busca un sacrificio en un balneario; una chica siente una atracción fetichista por los corazones enfermos; un rockero fallecido de un modo atroz recibe un homenaje de sus fans que va más allá de lo imaginable; un chico que filma clandestinamente a parejas haciendo el amor y a mujeres con tacones altos caminando por las calles recibe una propuesta que le cambiará la vida… En los doce soberbios cuentos que componen este volumen Mariana Enriquez despliega todo un repertorio de recursos del relato clásico de terror: apariciones espectrales, brujas, sesiones de espiritismo, grutas, visiones, muertos que vuelven a la vida… Pero, lejos de proponer una mera revisitación arqueológica del género, reelabora ese material con una voz propia y radicalmente moderna. Tirando del hilo de la mejor tradición, la lleva un paso más allá, con historias que indagan en lo siniestro que se agazapa en lo cotidiano, despliegan un turbio erotismo y crean imágenes poderosísimas que dejan una huella indeleble.


En un contexto secularizado ¿A qué teme el hombre contemporáneo? Mariana Enríquez parece darnos una respuesta en Los peligros de fumar en la cama. El hombre contemporáneo ya no teme a las figuras clásicas del terror: demonios, fantasmas y demás; tampoco teme a los escenarios lúgubres y misteriosos: castillos, casas abandonadas, parajes extraños y lejanos; en nuestra época la fuente del terror está en nosotros mismo. Si se miran los cuentos de este libro se podrá identificar lo que autores y comentaristas diversos han mencionado ya, que en él se encuentran situaciones de morbo, de asco, de crueldad, algunos visos de terror que son demasiado cotidianos para extrañarnos o llevarnos a emociones extremas, pero en estos relatos no se hallarán los extremos horrores de la literatura clásica. Es verdad que en algunos relatos aparecen fantasmas, figuras y situaciones sobre naturales -El entierro de Angelita, El carrito, Cuando hablábamos con los muertos, por ejemplo- pero su tratamiento es igual al que se le da a cualquier situación que se sale del ritmo cotidiano de nuestras vidas. En El entierro de Angelita la protagonista del relato termina acostumbrándose a la aparición de la niña y termina sintiéndose fastidiada por no poder deshacerse de ella; al principio hay sorpresa pero no dura mucho. El valor de esta narración que pone el acento en lo que puede llamarse terror cotidiano, es que lleva a sus personajes a situaciones que trastocan la normalidad que les rodea, que ocupa los espacios privados donde todos solemos sentirnos seguros. Esos espacios privados llegan hasta la propia psicología de los personajes, una mirada rápida parece confirmar que cada uno de ellos tiene problemas mentales o signos de tenerlos en un futuro. En general son cuentos, que sin ser grandes obras, están más o menos bien narrados, son entretenidos y agradables a la hora de la lectura. El pecado que a mi parecer comete Mariana Enríquez en este libro es el uso abusivo de la elipsis. La elipsis es un recurso precioso que cuentistas de diverso calado han usado de manera magistral como es el caso de Hemingway o el mismísimo Chéjov, pero que se mueve al borde del abismo entre la omisión que tanto menciona Harold Bloom en El futuro de la imaginación y que es la que posibilita un diálogo abierto con el lector, y el simple vacío en la historia. Esta es la razón de que muchos lectores al leer estos cuentos queden con la sensación de que a algunas historias les falta algo, porque donde debería haber omisión consiente hay solo vacío o un tosco y malogrado intento de elipsis.
Desde el año pasado que tenia ganas de leer a Mariana Enríquez. Había escuchado que su estilo de escritura era oscuro y crudo, y ambas características me llamaron la atención de inmediato. . Así que hace poco leí uno de sus libros: Los peligros de fumar en la cama. En el se recopilan 12 relatos que abordan temáticas cargadas de intensidad y terror. En su primer relato, nos encontramos con una niña que jugando en el patio de su casa desentierra unos pequeños huesos. Parecen ser de pollo, pero no lo son... . Así se teje cada relato, con premisas macabras que inquietan, interpelan y llevan a la reflexión. Lo que hace la autora es presentarnos el terror como algo posible, algo que puede estar esperándonos al acecho en un rincón. Con un estilo de narración coloquial y escenarios cercanos a los de nuestra vida cotidiana, cada historia en este libro se siente como una experiencia que podría ser la nuestra o la de un conocido. . La intención de este libro es comprometer al lector, hacerlo parte, y lo logra. Cada relato es altamente inmersivo y atrapante, maneja el nivel de tensión justo para que quien lee deba llegar al final sin apartar los ojos de las páginas. . Las 12 historias que conforman este libro tocan temáticas diversas con desarrollos impredecibles. La mayoria apelan a un terror con base en lo sobrenatural, en la brujería o los fantasmas. Pero lo que todos tienen en común es la expresión de la humanidad llevada a su límite, las pasiones, deseos o vicios convertidos en demonios que corrompen. Los protagonistas de estás historias son personas rotas. Allí es donde reside lo inquietante, y lo que hace que el estilo de Mariana Enríquez sea destacable. . Al ser varios relatos y tan diversos, creo que a cada lector le impactarán de forma diferente. A mi particularmente me pasó que los primeros relatos no me gustaron ni dejaron satisfecha. Con varios me paso que, si bien creaban una muy buena atmósfera, al llegar al final algo me faltaba, una vuelta de tuerca más, otro tipo de remate. Sin embargo hay otros que me dejaron totalmente fascinada y me produjeron más de un escalofrío. . Para mi esta fue una lectura muy interesante, y que recomiendo mucho para quienes busquen explorar este estilo de libros. Sin embargo quiero advertir que las temáticas tratadas son fuertes y pueden herir a personas que no estén pasando por un buen momento emocional.
Este año estoy descubriendo verdaderas maravillas en la literatura latinoamericana, sobre todo, descubriendo mujeres escritoras muy interesantes. Es el caso de Mariana Enríquez, de la que ya había leído un relato, precisamente uno que aparece en este libro. Me ha sorprendido lo siniestros que pueden llegar a ser algunos de los relatos en los que podemos leer sobre encuentros fantasmales, brujería, canibalismo o fetichismos raros, todos los deseos y anhelos más profundos son plasmados de una manera totalmente cautivadora y te verás envuelto en cada historia, porque Mariana consigue que te adentres muy bien en la ambientación. También hay algunos relatos que rebosan sexualidad y además bastante explícita pero no incómoda.Me han gustado cada uno de los 12 relatos incluídos pero sin duda mis favoritos han sido: - Dónde estás corazón - Carne - La virgen de la tosquera - Cuando hablábamos con los muertos Me han parecido los más perturbadores e interesantes, aunque si hago una valoración global también he sentido que hay algunos que acaban de manera abrupta e incluso hubo uno que no terminé de entender. Eso no le ha restado nada de interés por mi parte y ya puedo decir que seguiré de cerca a la escritora. Ya tengo el próximo que quiero leer: Las cosas que perdimos en el fuego y lo haré más pronto que tarde.
En este libro de relatos vemos una vez más la capacidad que tiene Enríquez para aterrarnos, incomodarnos, perturbarnos, recurriendo a situaciones cotidianas pero también muy locales, atravesadas por acontecimientos históricos y problemáticas sociales. Por sus páginas desfilan un grupo de adolescentes que juegan a la copa para contactar a sus conocidos desaparecidos en la dictadura militar, niños y jóvenes secuestrados por redes de trata o escapados de reformatorios que regresan en masa y de forma escalofriante, un grupo de chicos que se refrescan en las tosqueras (piletas improvisadas de los pobres que esconden trampas mortales) mientras juegan a seducirse, y unas darkies obsesionadas peligrosamente con un rockero muerto.Los paisajes son familiares para cualquiera que haya cruzado el conurbano bonaerense, pero Enríquez convierte su desolación y marginalidad en un escenario pesadillesco, donde las supersticiones, los celos, la soledad y la búsqueda de sentido arrastran a los personajes al corazón de las tinieblas. No puedo decir que me haya gustado tanto como Nuestra parte de noche porque realmente esa novela me atrapó como pocas. Pero vale la pena transitar estos cuentos para apreciar cómo Enríquez logra alcanzar un nivel de calidad en la escritura del género que creo que nos tenemos que remontar a Horacio Quiroga para encontrar en la literatura argentina.
Vuelvo a confirmar que Mariana Enriquez es una autora que disfruto mucho de leer, aunque esta antología, anterior a Las cosas que perdimos en el fuego, es un poco más floja. Tiene una prosa más sencilla, recurre, en casi todos los cuentos, a lo que provoca asco, a los olores, situaciones bastante grotescas. Algunos finales me parecieron muy abruptos y hubiese deseado que profundice un poco más en la historia, que me diga algo más. Algo que me gusta de Mariana es que sus cuentos tienen un terror, digamos, muy argentino. Varios cuentos tienen un contexto muy interesante como Chicos que faltan o Cuando hablábamos con los muertos, son trasfondos históricos que, como argentinos, reconocemos instantáneamente, no creo que pase lo mismo con otros lectores extranjeros. En general me gustó, son cuentos muy entretenidos y bastante perturbadores. No puedo evitar al leer algunos cuentos notar algunos rastros de un lector de Stephen King, se nota que Mariana ha sido una gran lectora del maestro del terror, y, como siempre, nuestras lecturas nos marcan y nos podemos sacarlas de nuestra subjetividad al escribir