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En mi primera experiencia con Mariana Enríquez y la literatura argentina en general, puedo decir que me he quedado con ganas de más. La autora consigue absorberte en menos de 70 páginas y cuando llegas al final no te queda otra que pensar? ¿Ya se acabó? Esta es la mayor pega que le pondría a la historia, lo siento, pero no soy de las que le gustan los finales abiertos, mis ansías necesitan saber más. Y también he tenido que buscar algunas palabras que no comprendía del todo. En esta novela corta conocemos a Mechi que trabaja en el archivo de Desapariciones de Buenos Aires, allí se encarga de recoger en carpetas todo lo que concierne a los chicos y chicas que han desaparecido en extrañas circunstancias o nadie sabe de ellos a ciencia cierta. Ella se obsesiona con el caso de una chica llamada Vanadis, a la que se le perdió la pista cuando escapó de un orfanato para prostituirse en las calles. La última persona en verla con vida asegura que se la llevaron unos clientes un tanto extraños. Pero un día Mechi se encuentra con Vanadis en el parque que hay al lado de la oficina, todo parecería normal, pero no es ella la única que aparece? Miles de chicos vuelven, incluso algunos que ya habían encontrado muertos.Sin duda un hecho que va haciendo mella en la población y va derivando en situaciones extrañas. Solo me queda una reflexión final: ¿Qué es mejor? ¿La ausencia o la presencia que no se comprende?Por cierto, la portada no le hace ninguna justicia a la historia, es súper fea.