A ver, no era por quejarme, pero ¿a cuántos asesinos múltiples tocábamos por agente? Porque a mà me estaban repartiendo más de los que me correspondÃan. Incluso alguno repetido .
No preguntes. Baste decir que la suerte y yo frecuentábamos distintos ambientes, porque, además de ser un imán para los problemas y los hombres conflictivos , habÃa adoptado a Sawyer , un gato arisco, infiel y obsesionado con el agua. Para el caso, me hubiera salido más a cuenta comprarme un peluche.
Pero, claro, eso no era nada en comparación con lo que me esperaba. Estaba a esto de encontrarme sin credenciales, sin casa, sin arma, sin coche, sin ropa y sin gato .
“¿CreÃas que habÃas tocado fondo? Pues adivina, CarolÂ… ¡Eso no era el fondo! ”, decÃa la vocecita cabrona de mi cabeza, a la que querÃa estrangular despacio con un alambre de púas.
Mis genes dominantes tenÃan respuesta para ella: “ ¡que te zurzan! Lo bueno de perderlo todo es que no te queda nada por perder”.