El solitario jinete se detuvo a la entrada del pueblo mirando con dura nostalgia lo que quedaba del que no hacÃa mucho habÃa sido el floreciente Marvelous City. Ciudad maravillosa.
El jinete esbozó una mueca. ¡Maravillosa! Quizá sÃ. Tan maravillosa como suelen ser todas las cosas de las cuales se espera mucho y luego no dan nada